Page 343 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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332 Parte 111.— Textos: Amr, 103, 104
moral que no quiere espontáneamente dar a conocer a los demás, y el
novicio no saca provecho del maestro por lo que éste le dice, sino úni-
camente por lo que le ve practicar, así en lo tocante al cumplimiento
de la regla, como en lo que se refiere a sus hábitos morales. Ya lo
dice Dios (Alcorán, XXXIII, 21): "Tenéis en vuestro Profeta un buen
ejemplo." Y asimismo lo dijo el Profeta: "Orad tal y como me veis
que oro yo." No dijo: "Orad tal y como yo os he dicho que oréis."
Los hechos pesan más que las palabras en el ánimo del que sigue y
trata de imitar a otro, pues como vulgarmente se dice:
"Si en la balanza pesas las palabras con los hechos,
caerán los hechos y subirán las palabras."
Cuando uno cualquiera de los que están practicando el ejercicio
del canto religioso se levanta dominado por la emoción extática, toda
la comunidad debe también levantarse con él. No deberá, sin embargo,
levantarse la comunidad, si el que se levanta lo hace conservando to-
davía algo de sensibilidad y conciencia en su espíritu, pues a este tal
le es ilícito levantarse en esas condiciones, y si lo hace, peca y es un
hipócrita, pues simula o aparenta poseer las dotes de los sinceros ami-
gos de Dios, careciendo de ellas en realidad. Se exceptúa el caso de
que lo haga para provocar en su propia alma el éxtasis, pero dándolo
así a entender a la comunidad y confesando que, si se levanta, es para
buscar de ese modo la emoción extática. Entonces, la comunidad pue-
de, si quiere, levantarse con él, porque es regla habitual de los sufies
la mutua ayuda y la conformidad entre los compañeros, y, además,
porque quien tal hace es sincero y veraz en lo que pretende lograr. Sin
embargo, lo mejor, en ese caso y en general respecto de todo el que se
pone erecto durante el canto religioso, es que nadie lo haga sino do-
minado por la violencia inconsciente de la emoción.
En manera alguna debe venderse el hábito del éxtatico, pues eso
implicaría desdoro y menosprecio del estado religioso, porque cuando
la prenda entra en la subasta, se ensucia al pasar de mano en mano,
y así a los ojos de los cantores como a juicio de los profanos si lo
oyen, queda envilecido con ello el camino de Dios.