Page 359 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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348          Parte III.—Textos: Amr, 114, ¡15
       va que Dios les da, prometiéndoles la felicidad eterna en su propia
       casa y vecindad.
          Otro carisma es la revelación de los misterios, en sus varios gra-
       dos, es a saber: misterios del orden sensible, es decir, las cosas y su-
       cesos ausentes, que no cabe conocer,  si no se va allá donde existen,
       v. gr., los países y ciudades lejanas y los hechos que realizan sus ha-
       bitantes; misterios del orden espiritual, como son los ángeles y los ge-
       nios, cuya existencia no se percibe habitual y ordinariamente por me-
       dio de los sentidos, a causa de estar dotados de cuerpos sutiles, lumi-
       nosos e ígneos, respectivamente; misterios del orden corpóreo fantás-
       tico, como lo son todos los fenómenos imaginativos, percibidos, no en
       el sueño, sino en la vigilia; misterios del orden corpóreo físico, como
        lo es, por ejemplo,  el misterio que late en  el mundo de los cuerpos
       compuestos, los densos, los sutiles [115] y los diáfanos; misterios del
       orden lumínico, como son los astros y los demás luminares celestes;
       misterios pertinentes al mundo de la luz sobrenatural, como lo es  el
       cielo de los bienaventurados, o al mundo de las tinieblas, como lo es
       el infierno y lo que hay en él; los misterios que laten en los espíritus
       angélicos, enamorados de Dios; misterios teológicos, como los que se
       refieren a la predestinación, voluntad y presciencia divinas; misterios,
       en fin, propiamente divinos, que son las intuiciones e ilustraciones que
        tienen por objeto á Dios mismo.
          Todos éstos son carismas propios de los místicos escogidos, ex-
       cepción hecha de la revelación de los misterios del orden sensible, que
        es propia también del vulgo.
          Otros carismas de los sufíes son: recorrer inmensas distancias en
       un instante, andar sobre el agua y volar por los aires. Este último ca-
       risma es propio del que tiene una fe viva tan intensa, que puede domi-
        nar a su arbitrio al cuerpo y gobernarlo como le place.
          Otro de sus carismas es la transformación instantánea de cualquier
        materia en comida, con e! empleo de ciertas locuciones, palabras eso-
        téricas y nombres divinos que tienen tal virtud, y esto, bien sea resul-
        tado del conocimiento intuitivo de esos nombres, bien sea simple fruto
        de la sinceridad de intención del místico. Esta mera jaculatoria, por
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