Page 422 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Carismas del vientre       41  1
        Despréndete, pues, de todo y encontrarás  la riqueza y  el descanso.
       Abandona  el mundo... y no quieras ser tú un segundo dios." El co-
       razón, al oír este discurso divino, se arrepiente, pide perdón y se hu-
       milla. Cierra entonces sus ojos interiores para dejar de ver, no sólo
       el mundo exterior, sino su propia alma, y contempla en el espejo de su
       Creador todas las cosas. Sobre  la contemplación extática propia de
       este último grado carismático, compuso Abenarabi un libro especial,
       titulado Mobayat al-cotb] (1).

                    [15.°—CARISMAS DEL VIENTRE]

          [104] [Precede a todo el capítulo una extensa introducción, en la
       cual Abenarabi desenvuelve su doctrina ascética relativa a la gula y
       lujuria, cuya mortificación es  el preámbulo indispensable para lograr
       los carismas de este órgano corpóreo. Comienza por ponderar cuán
       terrible enemigo del alma es el apetito concupiscible, fuente de aque-
       llos dos vicios. El siervo de Dios debe combatirlo, hasta matarlo o su-
       jetarlo,  al menos. De ambos vicios, la lujuria es, a su juicio, menos
       temible que la gula, ya que, vencida ésta, desaparece casi automática-
       mente aquélla, privada del fomento y ayuda que  le presta  el vientre.
       La gula, en efecto, es el mayor incentivo de la lujuria, y ésta es la ra-
       zón que obliga a domeñarla cuanto antes. Los efectos de la gula son de
       dos géneros: de un lado, engendra toda clase de enfermedades físicas;
       de otro, muchísimas dolencias morales [106]. Un caso típico de lo pri-
       mero es el que Abenarabi narra del califa omeya de Damasco, Suleiman
       ben Abdelmélic ben Merwán (f 71 7 de J. C), famoso por su voracidad.
       "Salió—dice—un día de su palacio y encontró una acémila cargada de
       huevos cocidos, y al verla pidió que le trajeran higos, y, sin apearse de)
       caballo, se puso a comer higos con huevos, hasta vaciar  el serón de
       su contenido;  el atracón le produjo la muerte." (2). Las dolencias es-


         (1)  Falta en Brockelmann, Geschichtc der arab.  litt., noticia de este libro.
         (2)  Los historiadores todos ponderan la voracidad de este califa; pero no
       consignan este hecho.
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