Page 427 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
P. 427

416        Parte 111.— Textos: Mawaqui, 1 23, 131
        diferentes categorías. En el grado cuarto, el místico se siente arreba-
        tado por Dios a contemplar  el misterio más sutil y esotérico que se
        oculta bajo  el velo de todos los alimentos hasta aquí considerados.
        Este misterio es el de la esencia del alimento en su sentido metafísico.
        Todo alimento es esencialmente principio de conservación y existencia
        o vida, así en el orden ideal (causas y efectos), como en el orden re-
        ligioso o moral (actos humanos y mérito o demérito), como en el orden
        físico (comida y saciedad). El alimento es, por lo tanto, un concepto
        metafísico más alto que  el de la vida y de la conservación del  ser,
        puesto que va implícito en todos los seres, vivientes y no vivientes, y
        su contenido ideológico es condición previa para concebir todo ser que
        posea existencia permanente. Ese alimento metafísico, indispensable
        para la existencia, es la esencia absoluta o abstracta, es decir, la esen-
        cia de las esencias, que en el sistema de Abenarabi es común a Dios
        y al mundo y de la cual reciben su alimento, esto es, su existencia con-
        creta o individual, todas las formas, excepción hecha tan sólo de las
        cinco hipóstasis.]  (1).

                [16.°—CARISMAS FRUTO DE LA CASTIDAD]
          [123] [La lujuria no es, según Abenarabi, vicio autónomo, sino se-
       cuela del instinto sexual exacerbado por la gula, tal como ya se insi-
       nuó al tratar de los carismas de la sobriedad. Por eso quizá no asigna
       Abenarabi carismas peculiares de la castidad, limitándose a señalar los
       grados místicos de perfección, propios de esta virtud, entendida en un
       sentido alegórico. El sufi que ha logrado ser casto de obra y pensa-
       miento, es elevado por Dios al rango de padre espiritual de sus pró-
       jimos: su palabra engendra en las almas frutos de bendición, singu-
       larmente en los discípulos o novicios que por  él son dirigidos. Este
       grado de dignidad lo hace semejante a Dios, en cuanto creador, pues
       también crea, como Dios, mediante la infusión del Espíritu divino en
       las almas. En otro grado superior,  el místico llega a contemplar  el

         (1)  Cfr. Su teolog. y sistema del cosmos, párrafos 7 y 17.
   422   423   424   425   426   427   428   429   430   431   432