Page 429 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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418     Parte 111.—Textos: Mawaqui, 132, 133, 141, 144
        videncia divina ha depositado en cada uno de los miembros u órganos
        corporales.
          Al que por la práctica del bien o la posesión de una determinada
        virtud hereda el carisma de andar sobre el agua, se le abre una puer-
        ta que da al mundo celestial y a través de ella ve el misterio de la vida
        y de la ciencia que Dios ha puesto en  el agua. Conoce entonces  la
        vida sutil, que al conocimiento científico caracteriza, y la otra vida,
        propia del cuerpo orgánico, en cuya virtud siente éste los dolores y
        los placeres y conoce las cosas singulares.
          Si alguna de estas intuiciones científicas  le falta, es que no está
        todavía en este grado de perfección. Retorne, pues, a caminar sobre
        el agua en  el mundo presente y descienda, desde el agua, a la virtud
        moral que  le produjo como fruto ese carisma exotérico. Encontrará
        seguramente entonces que su alma no estaba revestida aún de dicha
        virtud con toda perfección. Esfuércese, pues, por afincaría, hasta lo-
        grar su posesión completa y atienda a enmendar los defectos que ob-
        serve, a fin de que la intención sea pura y sincera. Vuelva entonces
        de nuevo al mundo esotérico y  la iluminación  le será otorgada por
        completo.
          Al que por la práctica del bien o la posesión de una determinada
        virtud  alcanza el carisma de andar por el aire, se le abre una puerta
        hacia  el mundo sublime y celestial de los espíritus angélicos y  allí
        conoce por intuición sus esencias misteriosas y el modo de sus ope-
        raciones: ascensión, descenso y estación; auxilio, gobierno, [133] ilus-
        tración y dominio...; pero no pasa  el que ocupa este grado más allá
        de  la esfera  del Escabel de Dios, pues  la esfera inmediata,  la del
        Trono divino, es ya propia de los carismas del corazón, que vienen
        tras, éstos (1). Si alguna de estas intuiciones de los misterios le falta,
        retorne al punto de partida, exactamente igual que antes dijimos, y
        así que haya logrado la plena posesión de la virtud correspondiente,
        logrará también la plena intuición en  el mundo de los espíritus.

          (1)  Cfr. Su teología y sistema del cosmos, párrafo  17.
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