Page 101 - Confesiones de un ganster economico
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                         figuraban entre los latifundistas más ricos y más opresores. También poseían
                         grandes plantaciones en Colombia, Costa Rica, Cuba, Jamaica, Nicaragua,
                         Santo Domingo y, aquí, en Panamá. No era cuestión de permitir que Arbenz
                         contagiase sus ideas a los demás.
                            Yo conocía el resto: United Fruit lanzó una gran campaña de relaciones
                         públicas en Estados Unidos para persuadir a la opinión pública y al Congreso
                         de que Arbenz formaba parte de una trama comunista y de que Guatemala iba a
                         convertirse en un país satélite de los soviéticos. En 1954, la CÍA orquestó el
                         golpe. Aviadores de Estados Unidos bombardearon la capital y Arbenz, el
                         presidente democráticamente elegido, fue reemplazado por el ultraderechista
                         coronel Carlos Castillo Armas, un dictador sin escrúpulos.
                            Los nuevos gobernantes se lo debían todo a la United Fruit. Y demostraron
                         su agradecimiento anulando las disposiciones de la reforma agraria y
                         suprimiendo los impuestos sobre intereses y dividendos pagaderos a los
                         inversores extranjeros. Abolieron el voto secreto y encarcelaron a miles de
                         disidentes. No se podía criticar a Castillo sin ser perseguido. Los historiadores
                         atribuyen la violencia y el terrorismo que asolaron Guatemala durante casi todo
                         el resto del siglo a los efectos de la alianza nada secreta entre la United Fruit, la
                         CÍA y el ejército guatemalteco bajo el régimen de su coronel dictador. 2  Torrijos
                         continuó:
                             —Arbenz fue liquidado como político y también como persona. — Hizo
                         una pausa, frunciendo el ceño—. ¿Cómo pudieron ustedes creerse las patrañas
                         de la CÍA? A mí no me echarán tan fácilmente. Aquí los militares son de los
                         míos. No habrá eliminación política. —Sonrió—. ¡La CÍA no tendrá más
                         remedio que asesinarme!
                            Guardamos un breve silencio, cada uno sumido en sus propios
                         pensamientos. Torrijos fue el primero en hablar.
                             —¿Sabe usted de quién es la United Fruit? — preguntó.
                             —De Zapata Oil, la compañía de George Bush... nuestro embajador ante
                         Naciones Unidas.
                             —Un personaje ambicioso. —Se inclinó hacia mí y, bajando la voz, dijo —:
                         Ahora voy contra sus compinches de la Bechtel.
                            Tuve un sobresalto. La Bechtel era la compañía de ingeniería más poderosa
                         del mundo, y había colaborado en muchos proyectos con MAIN. En el caso del
                         plan maestro para Panamá, yo la creía una de nuestras principales
                         competidoras.
                             —¿A qué se refiere usted?
                             —Estamos estudiando la construcción de un nuevo canal a nivel del mar.
                         Sin esclusas. Podrían pasar los barcos de los mayores tonelajes. A los























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