Page 208 - Confesiones de un ganster economico
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Pero Noriega no era Torrijos. No poseía ni el carisma ni la integridad de su antiguo
jefe. Con el tiempo fue adquiriendo mala reputación por corrupción y narcotráfico, e
incluso se sospechó que había urdido el asesinato de un rival político, Hugo
Spadafora.
Noriega había adquirido su reputación como coronel ¡efe de la unidad G-2 de las
fuerzas de defensa panameñas. Era el servicio de inteligencia militar que enlazaba a
nivel nacional con la CÍA. En esas funciones desarrolló una estrecha relación con
William J. Casey, el director de la CÍA, y la Agencia utilizó esta conexión a fin y
efecto de impulsar sus programas para el Caribe, Centroamérica y Suramérica. En
1983, por ejemplo, cuando la administración Reagan quiso prevenir a Castro de la
inminente invasión de la isla de Granada por Estados Unidos, Casey se lo hizo saber a
Noriega y le solicitó que hiciera de mensajero. El coronel también ayudó a la CÍA
cuando ésta se propuso infiltrarse en los cárteles de la droga colombianos y de otros
lugares.
En 1984, Noriega había ascendido a general y comandante en jefe de las fuerzas de
defensa panameñas. Se ha dicho que aquel mismo año, cuando visitó la capital de
Panamá y fue recibido en el aeropuerto por el jefe local de la CÍA, lo primero que hizo
Casey fue preguntar: «¿Dónde está mi chico? ¿Dónde está Noriega?» Y cuando el
general visitó Washington, los dos tuvieron una reunión privada en el domicilio de
Casey. Muchos años más tarde Noriega confesó que su íntima vinculación con Casey le
había transmitido una sensación de invencibilidad. Creía que la CÍA era la rama más
poderosa de la autoridad estadounidense, como lo era el G-2 en su país. Y estaba
convencido de que Casey no le retiraría su protección, pese a la postura de Noriega en
las cuestiones del tratado y de la base militar estadounidense en la zona del Canal. 2
De manera que, allí donde Torrijos había sido icono internacional de la justicia y la
igualdad, Noriega se convirtió en símbolo de la corrupción y la decadencia. Su
notoriedad en tal sentido quedó asegurada el 12 de junio de 1986, cuando el New York
Times publicó un artículo en primera plana bajo el titular: «Hombre fuerte de Panamá
supuestamente implicado en narcotráfico y blanqueo de dinero». El texto, escrito por
un periodista galardonado con el Pulitzer, decía que el general era socio oculto e ilegal
de varias actividades en Latinoamérica, que había espiado tanto a Estados Unidos
como a Cuba por cuenta de ambos actuando a manera de agente doble, que era cierto
que el G-2 había decapitado a Hugo Spadafora por orden suya y que Noriega había
dirigido personalmente «la organización de narcotráfico más significada de Panamá».
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