Page 211 - Confesiones de un ganster economico
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muchos libros, hace una observación interesante en su libro Shooting ihe Moon
cuando escribe:
De todos los millares de soberanos, potentados, hombres fuertes, juntas militares
y señores de la guerra con que han tratado los estadounidenses en todos los
rincones del mundo, el general Manuel Antonio Noriega es el único que ha
merecido semejante persecución. Sólo una vez en sus doscientos veinticinco años
de existencia oficial como país ha invadido Estados Unidos a otra nación para
llevarse preso al dirigente de ésta, con el fin de juzgarlo y encarcelarlo en Estados
Unidos por actos que eran delictivos según el derecho estadounidense, pero
cometidos en el territorio nativo de dicho dirigente. 8
Después del bombardeo, los estadounidenses se vieron de pronto en una situación
delicada, y durante algún tiempo pareció que iba a salirles el tiro por la culata. La
administración Bush podía haber acallado los rumores que la tildaban de «pelele»,
pero quedaba el problema de la legitimidad, de parecer unos matones sorprendidos en
pleno acto de terrorismo. Se reveló que, durante tres días, los militares habían prohibido
a la prensa, a la Cruz Roja y a otros observadores ajenos la entrada en las zonas
duramente bombardeadas, mientras los soldados incineraban y enterraban a las
víctimas. La prensa hizo muchas preguntas acerca de cuántas pruebas de atrocidades y
otros actos delictivos se habían destruido y acerca de cuántos habían muerto por
denegación del auxilio médico. Pero nadie contestó a esas preguntas.
Seguiremos ignorando muchos detalles de esa invasión, lo mismo que la verdadera
dimensión de la matanza. Cheney, el secretario de Defensa, cifró el número de
víctimas mortales en unas quinientas o seiscientas, pero algunas organizaciones
independientes de defensa de los derechos humanos calculan que fueron de tres mil a
cinco mil, y además otros veinticinco mil ciudadanos perdieron sus viviendas. 9
Noriega fue detenido, enviado en avión a Miami y sentenciado a cuarenta años de
cárcel. En aquella época, era la única persona de Estados Unidos oficialmente
clasificada como prisionero de guerra. 10
En todo el mundo hubo indignación por esta vulneración del derecho internacional
con destrucción gratuita de vidas inocentes a manos de la potencia militar más fuerte
del planeta. En Estados Unidos, por el contrario, pocos repararon en la tropelía ni en
los delitos perpetrados por Washington. Hubo poca cobertura por parte de la prensa
impresa. A esto
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