Page 215 - Confesiones de un ganster economico
P. 215
elclubdelsoftware.blogspot.com
para venderlos al mejor postor en las subastas de Charleston, Cartagena o La Habana.
Simplemente recluían a esos desesperados y construyen una fábrica que confeccione las
cazadoras, los pantalones vaqueros, las zapatillas deportivas, las piezas de automoción,
los componentes para ordenadores y los demás miles de artículos que aquéllos saben
colocar en los mercados de su elección. O tal vez prefieren no ser los dueños de esas
fábricas, sino que se -limitan a contratar con los negociantes locales, que harán el
trabajo sucio por ellos.
Esos hombres y mujeres se consideran gente honrada. Regresan a sus países con
fotografías de lugares pintorescos y de antiguas ruinas, para enseñárselas a sus hijos.
Asisten a seminarios en donde se dan mutuas palmadas en las espaldas e intercambian
consejos sobre cómo burlar las arbitrariedades aduaneras de aquellos exóticos países.
Sus jefes contratan abogados que les aseguran la perfecta legalidad de lo que ellos y
ellas están haciendo. Y tienen a su disposición un cuadro de psicoterapeutas y otros
expertos en recursos humanos, para que les ayuden a persuadirse de que, en realidad,
están ayudando a esas gentes desesperadas.
El esclavista a la antigua usanza se decía a sí mismo que su comercio trataba con
una especie no del todo humana, a cuyos individuos ofrecía la oportunidad de
convertirse al cristianismo. Al mismo tiempo, entendía que los esclavos eran
indispensables para la supervivencia de su propia sociedad, de cuya economía
constituían el fundamento. El esclavista moderno se convence a sí mismo (o a sí
misma) de que es mejor para los desesperados ganar un dólar al día que no ganar
absolutamente nada. Y además se les ofrece la oportunidad de integrarse en la más
amplia comunidad global. El o ella también comprenden que esos desesperados son
esenciales para la supervivencia de sus compañías, y que son los fundamentos del
nivel de vida que sus explotadores disfrutan. Nunca se detienen a reflexionar sobre las
consecuencias más amplias de lo que ellos y ellas, su nivel de vida y el sistema
económico en que todo eso se asienta están haciéndole al planeta [... ] ni sobre cómo,
finalmente, todo eso repercutirá en el porvenir de sus propios hijos.
215