Page 218 - Confesiones de un ganster economico
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amigo americano hacía la vista gorda ante muchas actividades de los saudíes, como
por ejemplo financiar grupos fanáticos —muchos de ellos considerados en todo el
mundo unos radicales sospechosos de terrorismo— y dar asilo a proscritos
internacionales. O para ser más exactos, Washington incluso instó y consiguió que sus
aliados saudíes apoyasen económicamente la campaña de Osama bin Laden en
Afganistán contra la Unión Soviética. Las administraciones Reagan y Bush no sólo
incentivaron a los saudíes en ese aspecto, sino que además presionaron a otros muchos
países para que hicieran lo mismo... o para que hicieran también la vista gorda.
La presencia de los EHM en Bagdad fue muy numerosa en la década de 1980.
Creían que Saddam acabaría por ver la luz, y yo no podía por menos que darles la
razón. Al fin y al cabo, si Iraq alcanzaba un acuerdo con Washington similar al de los
saudíes, Saddam quedaba en condiciones de gobernar su país como se le antojase, e
incluso podía pensar en ir ampliando su círculo de influencia en esa región del mundo.
Poco importaba que fuese un tirano patológico, ni que tuviese las manos
ensangrentadas por matanzas masivas, ni que sus maneras y la brutalidad de sus actos
evocasen el recuerdo de Adolf Hitler. No sería la primera vez que Estados Unidos
toleraba e incluso apoyaba a gentes de tal especie. Nosotros le ofreceríamos con
mucho gusto los títulos de la deuda pública estadounidense a cambio de sus
petrodólares, siempre que garantizase la continuidad de los suministros de petróleo y
aceptase un acuerdo en virtud del cual los intereses devengados por esos títulos se
invirtiesen en contratar a compañías estadounidenses para modernizar las
infraestructuras iraquíes, crear nuevas ciudades, y convertir los desiertos en vergeles.
Con mucho gusto le venderíamos también tanques, y aviones de caza, y le
construiríamos plantas químicas y nucleares, tal como habíamos hecho en tantos otros
países, y aunque esas tecnologías pudieran ser aplicadas igualmente a la fabricación
de armamento avanzado.
Para nosotros Iraq era de suma importancia, de una importancia mucho más grande
de lo que pareciese a primera vista. En contra de lo que se cree comúnmente, el
petróleo no era el único tema. Intervenían asimismo el agua y las consideraciones
geopolíticas. Los ríos Tigris y Eufrates pasan por Iraq. De entre todos los países de esa
región del mundo, Iraq controla las fuentes principales de esos recursos hídricos cada
vez más escasos. Fue en la década de 1980 cuando la trascendencia tanto política
como económica del agua empezó a destacar con claridad para los que andábamos
interesados en el sector energético y de
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