Page 217 - Confesiones de un ganster economico
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                                Un fracaso del gangsterismo económico

                                                        en Iraq





                        M    is funciones como presidente de IPS durante la década de 1980, y como asesor
                             de SWEC a finales de ese decenio y durante buena parte de los años 1990, me
                        permitieron acceder a informaciones acerca de Iraq no disponibles para la mayoría. A
                        decir verdad, durante la década de 1980 pocos estadounidenses sabían nada de dicho
                        país. Sencillamente, no aparecía en su pantalla de radar. Por mi parte, yo estaba
                        fascinado con los acontecimientos.
                           Me mantenía en contacto con viejos amigos, en la época empleados del Banco
                        Mundial, de USAID, del FMI o alguna otra organización financiera internacional, y
                        también con gentes de Bechtel (como mi suegro, sin ir más lejos), de Halliburton y de
                        las demás grandes contratistas de ingeniería y construcción. Muchos de los técnicos
                        que empleaban las subcontratistas de IPS y de otras eléctricas independientes
                        intervenían al mismo tiempo en proyectos del Oriente Próximo. En consecuencia,
                        estaba al tanto de la intensa actividad de los EHM en Iraq.
                           Las administraciones Reagan y Bush tenían la intención de convertir a Iraq en una
                        nueva Arabia Saudí. Era de prever que Saddam Hussein seguiría el ejemplo de la Casa
                        de Saud, por muchas razones poderosas. No tenía más que fijarse en los beneficios
                        acaparados por ésta en el «caso del blanqueo de dinero».
                           Desde que se cerró ese acuerdo habían brotado ciudades modernas en medio del
                        desierto saudí. En Riad, las cabras consumidoras de desperdicios habían sido
                        reemplazadas por eficientes camiones de recogida, y en aquellos momentos los
                        saudíes disfrutaban de algunas de las tecnologías más avanzadas del mundo:
                        ultramodernas plantas desalinizadoras, sistemas de tratamiento de residuos, redes de
                        comunicaciones y de distribución eléctrica.
                          Sin duda Saddam Hussein también se daría cuenta de que los saudíes gozaban de
                        un trato privilegiado en materia de derecho internacional. El



























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