Page 128 - Mitos y cuentos egipcios de la época faraónica (ed. Gustave Lefebvre)
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ΠΙ. PRÍNCIPE PREDESTINADO                               133


     transmitieron / [4,5]  a su Majestad V.P.S. Entonces su Majestad V.P.S., su
     corazón se entristeció grandemente. Y su Majestad V.P.S.  [le] hizo cons­
     truir sobre la meseta del desierto [una casa] de piedra, que fue dotada de
             '
     personal 5 de todo tipo de buenas cosas provenientes del palacio V.P.S.,
     pues el niño no debía salir afuera.

     Elpríncipe adopta un perro; se marcha

        Cuando el niño creció, habiendo subido sobre la terraza, avistó un pe­
     rro que seguía a un hombre10que caminaba por el camino. Entonces dijo

     a su servidor, que estaba cerca de él: «¿Qué es eso que marcha detras del
     hombre que avanza por la carretera?». Y le respondió: «Es un perro». Y
     dijo el niño: «Que me traigan uno igual». Entonces el sirviente fue a re­
     petir /[4,10]  este empeño a su Majestad V.P.S. Y su Majestad dijo: «Que
     se le entregue un pequeño (perro) juguetón para que su corazón [no esté]
     triste». Y entonces le llevaron al perro.
       Entonces, después de que días hubieran pasado tras esto, el niño creció

     en todo su cuerpo, y mandó decir a su padre: «¿Para qué sirve11que quede
     aquí inactivo? Mira, yo estoy prometido al Destino.  Permite pues que sea
     libre de actuar a voluntad, hasta el día en que Dios haga lo que tenga in­
     tención (de hacer)12».  Se le preparó un carro provisto /[5,1]  de armas de
     todo tipo, y se asignó a un [servidor] como séquito en calidad de escudero.
     Entonces se le hizo pasar a la orilla oriental y se le dijo: «Ve ahora a tu an­
     tojo». Y su perro estaba con él. Caminó hacia el norte, según su fantasía,
     por el desierto, alimentándose de lo mejor que había de caza del desierto.

     La princesa de Naharina y  los pretendientes

       Llegó así donde el jefe de Naharina13. No le habían nacido hijos al jefe
     de  Naharina,  salvo  una  hija,  para la  cual  hizo  construir una  casa,  cuya
     ventana estaba a /[5,5]  setenta codos por encima del suelo.  Hizo traer a
     todos los hijos de todos los jefes del país de Siria y les dijo: «Aquél que
     alcance la ventana de mi hija, la tendrá por esposa».
       Entonces, después de que hubieran pasado días tras esto, como esta­
     ban en su tarea cotidiana, el joven príncipe14pasó cerca de ellos.  Lleva­



       111S   «un hombre hecho», no un niño.
       11 O quizás: «¿Durante cuánto tiempo he de permanecer aquí?». Para la expresión i y  ¡h, lit.
     «¿qué sucederá?», cfr. Erman, Neuág.  Gram.  (2.a ed.)  § 710 in ine.
                                          f
       12 Para esta frase, cfr. A. H. Gardiner, en JHA 16  (1930), p. 233 (Jt).
       13 Naharina «el país de los dos tíos» (en hebreo Naharaím) es propiamente el nombre de la
     región situada entre el alto Eufrates  y el Orontes, pero por extensión designa aquí el norte de
     Siria (con la exclusión de las costas del Líbano al oeste). Sobre este nombre véase recientemen­
     te: Gardiner, Ommás/icci, 1, p.  171  y ss., y para el nombre  H ír «Siria» (1. 5,5), ibid., p.  185-187.
       14 Lit. «el niño» p i h r d  : en relidad el príncipe de Egipto es un hombre joven.
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