Page 19 - Mitos y cuentos egipcios de la época faraónica (ed. Gustave Lefebvre)
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INTRODUCCIÓN                                             21


     Seth ha podido relacionarse la célebre escena de Samuel II, donde Nat­
     han conmina a David a reconocerse culpable30.
        Por segunda vez se hace alusión en estas páginas a la Biblia. Y he aquí
     que además del Génesis o de Samuel, debemos evocar el capítulo del Exo­
     do consagrado a la historia de Moisés:  este relato presentaría en efecto,
     según  S.  de  Ricci,  una  curiosa  similitud  con  La historia de Sinuhé31 :  «A
     partir del  momento  en  el  que  Moisés  mata  al  Egipcio,  su conducta  se
     hace en todo similar a ésta (la de Sinuhé). Para escapar igualmente de la
     cólera de un Faraón, Moisés huye al país de Madian. Como a Sinuhé, los
     beduinos  le  acogen hospitalariamente  y  Reuel  lo  toma  como  yerno,  al
     igual que el jefe (de Retenu) casa a Sinuhé con su hija mayor». Josefo, en
     sus Antigüedades de los judíos, proporciona otros detalles que podría pen­
     sarse que incrementan más, si cabe, las similitudes de este episodio con
     el relato egipcio.
        7.- De esta forma, cierto número de temas desarrollados por los es­
     cribas  del  viejo  Egipto,  aproximadamente  entre  1900  (Sinuhé)  y  hasta
     1160 (Horusy Seth), son compartidos por narradores pertenecientes a na­
     ciones más jóvenes. Se plantea una primera interrogante: ¿tenían conoci­
     miento estos narradores extranjeros de los relatos egipcios?, ¿fue Egipto
     quien les proporcionó los argumentos de sus cuentos? Por ejemplo, si el
     Cuento de ¡os dos hermanos no hubiera sido conocido por el autor del Géne­
     sis, ¿se habría visto privado este libro del episodio que opone a José a la
     mujer de Putifar?, ¿no se habría sentido el autor del Éxodo desmotivado
     para atribuir a Moisés una vida tan marcada de incidentes  si La Historia
     de Sinuhé no le hubiera proporcionado materia para ello?
       Algunos folcloristas se sentirían en la tentación de responder afirma­
     tivamente. En todo caso S. de Ricci no duda en escribir: «Nos parece ve­
     rosímil que muchos detalles de la leyenda de José y de Moisés hayan sido
     tomadas por el redactor del Pentateuco a partir de cuentos egipcios que él
     tomaba  como  historia  verdadera»32.  Tal  afirmación,  sin  embargo,  dista
     mucho de  satisfacer a un espíritu atento. ¿Quién, en efecto, no es capaz
     de apreciar que la aventura de José es en todos los pueblos, y en todas las
     épocas, una historia bastante común? No contiene nada de extraordina­
     rio que el escritor hebreo no hubiera podido extraer de su propio bagaje.
     No hay que asombrarse, por otro lado, de que Moisés, atravesando un de­
     sierto y llegando donde los beduinos, conociera unas peripecias análogas
     a las  de  Sinuhé visitando  Retenu.  De  igual  forma, los  relatos  llenos  de
     exageración de los marinos de todos los países debían, en los tiempos an­
     tiguos, contener un gran número de elementos comunes —la tormenta, el
     desencadenamiento de las olas, el naufragio, la llegada a una isla más o


        3(1 Véase más abajo, p.  185.
        31  S.  DF. R ica, «Les Contes populaires égyptiens et la littérature hébraïque», en Bibliothèque
     de vulgarisation du Musée Guinm, tomo 37  (1911).
        32 S. de Ricci, ibidem.
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