Page 21 - Mitos y cuentos egipcios de la época faraónica (ed. Gustave Lefebvre)
P. 21
INTRODUCCIÓN 23
ches que hizo penetrar a los ladrones en casa de Alí Babá escondidos en
tinajas. Es asimismo posible, si no verosímil, que haya un nexo de filia
ción, a través de los tiempos, entre Elpríncipe predestinado y el cuento po
pular que entre nosotros tomó forma en La bella durmiente del bosque. Sin
duda a estos ejemplos podríamos añadir otros, pero es mejor, pienso yo,
quedarnos dentro de lo que es verosímil.
¿Cómo pudo producirse la difusión de ciertos cuentos egipcios en el
mundo mediterráneo? Según V. Bérard”, fue gracias a los piratas y co
merciantes cuyos barcos abordaban en Egipto y Fenicia: «Si hubo un
préstamo que los marinos tomaron gustosos de los países y de los bar
cos extranjeros, fue el de los cuentos y novelas de aventuras. Egipto fue
una mina de cuentos para los marinos de todos los tiempos... Son sin
duda los cuentos egipcios los que inspiraron el episodio de la Odisea de
Proteo, en el Canto IV del poema; y, a juzgar por determinados térmi
nos semíticos, fue sin duda Fenicia la que sirvió de intermediaria entre
Egipto y el Poeta».
Y J. Bédier ha escrito, desde un punto de vista más general: «Para que
un cuento pase de un país a otro es suficiente con que, en un lugar cual
quiera de la tierra, dos narradores de países diferentes se encuentren, de
los cuales uno entienda la lengua del otro... Un cuento puede dar la vuel
ta al mundo en algunos meses, dejando retoños a todo lo largo del tra
yecto»36.
s
8,- Pero, ¿de dónde vienen —egunda cuestión—los propios cuentos
egipcios? Esta pregunta no afecta a relatos tales como La toma de Joppe o
La querella de Apopi y Sekenenre, de evidente origen egipcio. En cuanto a
los otros, parece natural pensar que son asimismo indígenas y que lo que
encontramos cristalizados en relatos son viejísimas leyendas del valle del
Nilo. Esta opinión no es sin embargo compartida por todos. Así, Gaston
Paris37 consideraba el Cuento de los dos hermanos como «una alteración egip
cia de un mito asiático; ciertos rasgos de los que no se ha determinado el
origen —omo la trenza de cabellos que flota en el agua—y que, bastante
c
inútiles en el relato, se reencuentran en su lugar en otros cuentos, tienen
sin duda un origen análogo...»38. En esta observación hay parte de verdad:
en lo tocante a la «trenza de cabellos», sabemos hoy día que fue arranca
da a la mujer de Bata por instigación de una divinidad de origen fenicio,
Yam, el dios del mar; este dios desempeña un importante papel en otro
de nuestros cuentos39. Pero aquí no se trata más que de un «rasgo» episó
dico, introducido en fecha reciente en un cuento muy andguo, siendo el
11 V, BkraRD, Odysée, París (A. Colin), 1942, p. XIII.
J
v>. BT.dier, Les Fabliaux, París, 1893, p. 241.
37 G. Paris, «Le conte du trésor du roi Rhampsinite (Étude de mvthographie comparée)»,
publicado tras la muerte del autor en Ren His/, des Religions 55 (1907), pp. 151 y 267.
38 Ibid., p. 302.
■w Véase más abajo, pp. 121 y 123.