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ANExO:

               Testimonio de una médica residente ante la violencia obstétrica institucionalizada








                        Mi nombre no es importante. Soy una médica general recién egresada. Empecé la especialidad en ginecología y
                        obstetricia en marzo de 2010 en un hospital público reconocido  y renuncié a ella al cabo de cuatro meses de

                                                                       xxiv
                         residencia. Para mí fue una gran decisión. Mis compañeros y compañeras de carrera y amistades me preguntan por
                         qué lo hice. Conocen el camino tan complicado que hay que recorrer para poder conseguir una plaza de especiali-


                          dad  y la decisión de abandonarla puede ser vista como algo irracional.


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                          Me convertí para quienes me rodeaban en una persona insensata en el momento en que cambié de opinión respecto a
                           mis prioridades. Supuestamente ser ginecóloga-obstetra era lo que siempre había soñado, para lo que trabajé

                           disciplinadamente durante muchos años. ¿Qué sucedió para que tirara todo eso por la borda?


                            Al principio todo era nuevo y emocionante, sientes que pronto serás una especialista y todos te respetarán por ello.

                            Formaba parte de una institución prestigiada y pertenecía a la élite que había elegido. Sin embargo, poco después
                            me di cuenta de que las cosas no eran como parecían. Sobre todo, a mucha gente en realidad no le importaban las

                             pacientes, y estaban en ese lugar por vanidad. Era como un teatro en el que había que representar el papel de
                             aprendiz de especialista, había demasiada hipocresía y me daba cuenta que mientras más tiempo se pasaba en el

                             hospital, menos auténticos se hacían las y los médicos. Terminaban haciendo su trabajo de forma mecánica y sin
                              saber en lo que creían. A mí también me empezó a pasar lo mismo y creo que en todos los hospitales sucede algo

                              parecido. Me pareció terrible la persona en la que me estaba convirtiendo y decidí que eso no era para mí. Con


                               muchísima tristeza, les dije adiós a mis compañeros y compañeras y a mi sueño robado.


                               A mis familiares y amigos les costó trabajo entenderlo. Cuando por fin tenía en mis manos el premio por haber
                                hecho bien mi tarea, lo que siempre habíamos deseado, lo dejé ir. Algunos pensaron que no era posible renunciar por
                                voluntad propia, que algo tuve que haber hecho mal y que me corrieron. Eso no sucedió. Yo era el primer lugar de

                                mi generación y mis maestros/as se sorprendieron mucho al verme partir y me insistieron para que me quedara.











                                  xxv Después de seis años de carrera en medicina general y de un servicio se presenta el examen nacional de residencias. A continuación, si se quiere hacer una especialidad,
                                    hay que seleccionar el hospital al que se quiere ingresar y, pasar por trámites, entrevistas y exámenes respectivos, hasta ser aceptada/o para hacer una residencia de
                                  xxiv En una zona metropolitana de México.


                                    cuatro años y obtener la especialidad.


                                                                                                   GÉNERO Y SALUD en cifras
                                                                                             Septiembre - Diciembre 2010  13
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