Page 68 - Cuentos del derecho… y del revés. Historias sobre los derechos de los niños
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complicidad:
—¿Saben? Nosotros no ponemos nombres, solo los registramos.
—Pero ¿no salen de aquí todos los nombres? ¿De qué sirven tantas actas si no
pueden darle a un pobre niño un mísero nombre adecuado? —preguntó Caterina,
ya enfadada mientras se abrían las puertas de la planta baja.
>—El nombre lo eligen las familias, nosotros solo lo registramos —enseguida
añadió en voz baja y en tono de disculpa, como si las paredes del ascensor
pudieran oírlo—: la verdad es que no somos muy originales, no se nos ocurriría
ninguno bueno.
En el camino de regreso, Caterina iba a preguntarle al niño si sabía algo de sus
padres o sus familiares más cercanos, pero los ojos rasgados tenían una sombra
tan triste que prefirió callarse.
Al salir del metro, él dijo que debían separarse en ese punto. Caterina lo vio
partir, preguntándose si el niño se dirigiría hacia el parque o a otro sitio del que
prefería no hablar.
Emprendió la subida a su casa con una creciente nube de preocupación
oprimiéndole el pecho.
Al día siguiente, Caterina llegó al parque un poco antes que los días anteriores.
Estaba radiante. Escaló el árbol con su mochila al hombro, y en cuanto encontró
al niño extrajo de ella un periódico.
—¡Mira lo que encontré ayer! —le dijo—. Mi papá dejó el periódico en la mesa
de la cocina. Me puse a hojearlo mientras comía un plato de cereal, ¡y ve el
anuncio!
El niño comenzó a leer lentamente en voz alta con mucho esfuerzo, pero muy
pronto se desesperó.
—Y, bueno, ¿qué tiene de interesante?
Caterina no había imaginado que el niño no supiera leer bien. Así que ella lo