Page 133 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
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EL ATAQUE DE LOS OSOS DE FELPA






               ESTA HORRIPILANTE historia no sucedió en ninguna mansión embrujada ni
               en un pueblo remoto. Ocurrió hace apenas unos años, no lejos de aquí, en un
               moderno edificio de departamentos.


               Nadie jamás imaginaría que una construcción con su fachada de concreto,
               balcones con herrería de aluminio y lugar para estacionamiento pudiera ser un
               lugar para un evento paranormal; pero así sucedió.


               Se llamaba Torre-Kosmos, se construyó a finales de los años cincuenta y en ese
               tiempo se le consideró uno de los condominios más modernos de la ciudad, los
               arquitectos no escatimaron en comodidades… Cada departamento estaba
               equipado con teléfono, aspiradora, televisión, cocina integral, que además
               contaba con horno eléctrico y lavatrastes entre muchas otras cosas. Tal vez ahora
               te parezca muy normal, pero en aquellos años esos aparatos eran cosa de magia
               pura. Las mamás comunes solo contaban con un molcajete y un lavadero que

               además eran de piedra para que les durara toda la vida ¡y esa era toda su
               tecnología! Así que vivir en un departamento con electrodomésticos era como
               pasar de golpe y porrazo a la era espacial.


               En esos años la gente deseaba con toda su alma ser moderna y se inventaron
               muchas máquinas extrañas como el untapan (para embarrar la mantequilla), el
               agitomático (que meneaba la cuchara del café), el revolverama (para hacer
               huevos revueltos). Casi todos esos aparatejos desaparecieron y me alegro, a mí
               nunca me han gustado las máquinas y odio en especial las lavadoras de ropa. Me
               parecen horribles… más adelante sabrás el porqué.


               En fin, todo el mundo quería vivir en Torre-Kosmos y empezaron a llegar los
               primeros inquilinos: una famosa cantante que tenía una hija (tan bonita que
               anunciaba talco y pasta de dientes); una familia dueña de cuatro fábricas de
               galletas de animalitos (tal vez por eso eran gordos, incluyendo al hijo) y la
               familia García-García.


               La familia García-García no era ni rica ni famosa, la verdad es que el señor
               García era bombero (vendía bombas de agua, de puerta en puerta) y la señora
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