Page 134 - Fantasmas, espectros y otros trapos sucios
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García era emperatriz del hogar (o sea, ama de casa), tenían un niño llamado

               Gilberto o Gil, de nueve años, que era tan normal como cualquier otro niño. Te
               preguntarás “¿cómo es que llegaron al edificio más moderno de la ciudad?”.
               Muy simple, se ganaron el departamento en una rifa de Chicles Bombita. Por el
               lanzamiento del sabor chile jalapeño, la fábrica rifó un departamento. Ese año
               había millones de personas enchiladas mascando chicle mientras buscaban la
               envoltura premiada. Gil compró un solo chicle en la tiendita de la escuela, lo
               abrió, vio dentro un papelito con un número de teléfono y, como dicen… lo
               demás es historia.


               Los García-García dejaron su modesta casa en su populoso barrio y se mudaron
               a la Torre-Kosmos. Parece el final feliz de cualquier historia, pero apenas es el
               principio de un relato horripilante.


               Las cosas comenzaron mal desde el principio, los García-García creyeron que
               serían amigos de sus refinados vecinos y organizaron una gran cena (¡morían de
               ganas por pedirle el autógrafo a la famosa cantante!); pero se quedaron
               esperando durante horas hasta que se dieron cuenta de que nadie iba a asistir a su
               reunión.


               —Tal vez estaban ocupados… —los disculpó la señora García.


               —Debe de ser eso —meditó el señor García—, son gente muy importante y
               tienen muchas cosas que hacer.


               El matrimonio García-García no se ofendió, para ellos seguía siendo un
               privilegio vivir al lado de artistas y empresarios (aunque no les hablaran).


               A Gil, en cambio, le parecían horrorosos los vecinos, jamás contestaban el
               saludo, les ponían cara de fuchi en el elevador y la hija de la cantante, aunque
               bonita, era una pesada. El otro niño, uno gordo, siempre tenía la cara metida en
               la historieta de Los supersabios y jamás volteaba a ver a nadie. Gil comenzó a
               extrañar su barrio anterior, a sus amigos, hasta a los perros callejeros y los
               baches de la calle…


               Los problemas comenzaron en serio cuando la familia terminó de mudarse al
               departamento. Los García-García descubrieron que los aparatos modernos son
               lindos, pero difíciles de usar. Había botones por todos lados, palancas, perillas,
               enchufes, cables. El señor y la señora García casi se quedan bizcos intentando
               comprender el manual de la secadora de pelo y jamás pudieron desentrañar los
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