Page 25 - Llaves a otros mundos
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Ana la tomó con cuidado y se la colocó en el hombro. Mientras caminaban hacia

               el edificio, la rana explicó:

               —No puedes ayudarme a volver a ser humano si no te enteras de cómo llegué a
               este estado. Me convertí en rana por un castigo horrible al que nos sentenciaron

               a tu mamá y a mí en otro mundo.

               »Cuando nos casamos nos fuimos de luna de miel a uno de esos lugares exóticos
               donde uno escala paredes de piedra, anda en bici de montaña y se mete a

               profundas cuevas. Sí, Elvira era muy diferente tiempo atrás. A veces me costaba
               seguirle el paso. En una exploración dentro de una gruta, vimos un punto de luz,
               a unos veinte metros de nosotros, enterrado entre varios pedruscos sueltos.


               »Después de varios minutos logramos desenterrarlo. Primero pensamos que era
               una especie de piedra, un diamante. Lo tomé. Era extrañamente pesado. La luz
               que emanaba era como la de un foco de 60 watts. Entonces me di cuenta de lo
               que era: una llave delgada y porosa, con un solo diente. Elvira la revisó y dijo:
               «No es para tanto. Algún niño ha de haber perdido su llave de juguete». «Parece
               muy valioso para ser un juguete», contesté contemplando la llave, pero ella ya se
               iba a la salida de la cueva.


               »Cuando salimos, la llave resultó ser bastante útil, pues ya estaba anocheciendo
               y la batería de nuestras lámparas se había agotado. Iluminados por la llave,
               buscamos nuestra camioneta. Cuando iba a abrirla, se me ocurrió: ¿y si inserto la
               llave de piedra? Tu mamá como que adivinó mis pensamientos porque se acercó
               a mí, me tomó de la mano y me dijo: «No juegues». Yo no le hice caso: metí la
               llave de luz en el cerrojo y la giré.


               »De repente entramos en otro mundo, Ana. O mejor dicho, a muchos mundos.
               Vimos ciudades extrañas, cielos con más de dos soles, seres que no eran
               humanos pero que se portaban como personas, o mundos de puros animales o de
               robots y máquinas, a veces muy rudimentarias y otras muy modernas. Todos
               tenían reglas muy diferentes a las nuestras.


               »Fue algo que nos hipnotizó durante mucho tiempo, y vivimos muchas
               aventuras, saltando con la llave de un mundo a otro. Lo hicimos por diversión,
               sin ningún afán de investigar, pero después de un tiempo comenzamos a escribir
               una bitácora de viaje, donde describíamos cada mundo y hacíamos una especie
               de mapa de él, de sus habitantes y sus costumbres. Pudimos haber pasado así
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