Page 39 - Llaves a otros mundos
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En cuanto lo hizo, sintió que se elevaba de golpe. Avanzaba a gran velocidad,
sostenida por el pasto. Por su posición solo podía ver el cielo gris. Quiso voltear
hacia un costado pero las hojas le lastimaban el rostro. Giró la cabeza hacia el
cielo y decidió disfrutar del viaje. Cerró los ojos. En la espalda sentía un leve
hormigueo. En la nariz, el olor a tierra mojada y a césped recién podado. Y en el
oído, el silbido fresco del viento que ella misma había creado. Por primera vez
en ese mundo extraño, de un pasto adicto al viento y que además hablaba, Ana
sonrió.