Page 121 - El Bosque de los Personajes Olvidados
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Chismes de ese tipo ayudaban a que quienes vivíamos en el bosque no nos
desvaneciéramos de aburrimiento. Y como yo iba a representar el papel del
curioso en el cuento de los enanos (¿se imaginan?: “Los enanos vivían en una
casita en el bosque y se llamaban: Dormilón, Perezoso, Curioso…”. Habría
sido un gran inicio para mi carrera, pero por algo pasan las cosas…), me
propuse investigar al enigmático mago Rigardo. Lo admiraba tanto que le envié
una carta vía lechuza y ¡me respondió! Aún la tengo por aquí, ¡oh!, espera…
estaba por aquí… ¡Ah, sí! Aquí está:
Estimado señor Octavo Enano:
Me ha alegrado bastante recibir sus cumplidos y también enterarme de que mi
fama va en aumento, aunque debo confesarle que simplemente he interpretado
el papel que se me asignó, como hacemos todos.
No se preocupe por mi soledad, que tengo grata compañía en casa. Si algún
día gusta tomar un café o una infusión de claro de luna de medianoche, el
cual acabo de recolectar, y que tiene un sabor sublime, no dude en tocar a mi
puerta.
Le comento que la esfinge es de lo más amable y, si al visitarme es honesto
respecto a sus intenciones, le permitirá el acceso sin hacerle daño. Aunque
deberá considerar que, por razones de seguridad, me es imposible inhabilitar
la barrera mágica que hace que quien se acerque a mi morada sienta que sus
sueños más próximos están a punto de abandonarlo. Si es usted inteligente,
como deduzco que lo es, sabrá sortear tal dificultad sin muchos
inconvenientes.
Me despido deseándole un buen día.
El mago oscuro Rigardo