Page 59 - Un abuelo inesperado
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metros. La bajamos del remolque y tuvimos que abrir las dos hojas de la puerta
para meterla dentro. La dejamos encima de una mesa para que la viese la gente
curiosa. Recuerdo que se salía por los costados. Era realmente espectacular. La
Moby Dick de las calabazas. Hasta le puse un cartel en el que se podía leer:
«Cucurby Dick». A mí me hacía mucha gracia, a Irene ninguna. En realidad
expuesta, lo que se dice expuesta, estuvo poco tiempo. No llegó a una semana.
Ni me podía llegar a imaginar la cantidad de recetas que se pueden elaborar
con calabaza. La tuvimos en la carta durante casi un mes. De primero, de
segundo y de postre. Que si sopa, puré, buñuelos, bizcocho de almendra con
cabello de ángel, pastel de queso con mermelada de calabaza, costillas a la
salsa de cucurbitácea...
Las calabazas son de la familia de las cucurbitáceas. Deben cultivarse en un
terreno abierto y soleado. Se siembran a principios de primavera. Si el tiempo es
algo frío, se puede retrasar hasta primeros de abril. La tierra tiene que ser rica
y bien abonada. Un buen estiércol de vaca es lo mejor.
Pero no solo expusimos aquella calabaza. También una zanahoria de cincuenta
y seis centímetros de largo. El sueño de todo muñeco de nieve. Y otro día, un
melón de veinticuatro kilos. Oblongo, de un verde brillante con franjas más
oscuras. Por los colores recordaba a la camiseta de algún equipo de fútbol, el
Atlético de Melón, por ejemplo. Una curiosidad: en Orense, provincia de
Galicia, hay un pueblo que se llama Melón. Tiene mil quinientos habitantes. Nos
lo dijo Vicente, el de la conservera, que de estas cosas sabe más que nadie. Un
fenómeno este Vicente. Y Benito con su huerto.
Por cierto, que hoy también es su santo, san Benito. A ver si no se me olvida
felicitarlo. Aunque este de santo tiene más bien poco. Si yo contara...