Page 61 - Un abuelo inesperado
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Pensé que ahora le soltaría: «Eres el amor de mi vida». Pero no. Dijo:


               –Me encantan «tus» garbanzos.


               –Solo me das un beso cuando preparo «mis» garbanzos. Parece que te los
               cobren. Al menos podrías darme un beso por garbanzo.


               Y aunque sonaba a reproche, lo dijo con una sonrisa en la boca. Al parecer, mi
               abuelo tampoco era muy besucón.


               –Creo recordar que también te di dos besos cuando comimos espaguetis con
               tomate y carne picada. Y hace un par de semanas que preparaste unas espinacas
               con salsa bechamel.


               –Lo que tú digas, Ginés. Pero es cocinar garbanzos y darme un beso. Pareces el
               perro de Pavlov.


               –¿Quién es Pavlov, abuelo?


               –Otro ruso, hijo.


               –¿Amigo de Lenin?

               –No. Un científico que tenía un perro y le daba de comer mientras tocaba una

               campanilla. Al final era escuchar el tintineo de una campana y el pobre animal se
               ponía a salivar.


               –Y Lenin... ¿tenía perro?
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