Page 72 - El sol de los venados
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carro. Volvimos a su lado y nos dio a cada uno un trozo de pollo y papas fritas.
¡Qué rico me sabía todo! ¡Qué distintas son las cosas cuando el sol invade la
tierra! En la escuela nos explicaron que hay países que casi no tienen sol. ¿Cómo
harán? ¿Cómo puede uno vivir sin sol? Ismael me dijo que eso era cuestión de
costumbres.
–Además, a todo el mundo no le gusta el sol como a ti, Jana. ¿Qué crees que le
pasaría a un pobre esquimal si lo trajésemos a nuestro país? ¡Pues que se
moriría!
A lo mejor Ismael tenía razón, pero me cuesta entender que haya gente que
pueda vivir sin sol. Yo quiero La Rochela porque es toda sol.
Llegamos por la noche. La tía Albita estaba impaciente, llevaba horas
asomándose a la ventana. Después de los besos y los abrazos de bienvenida, la
tía Albita y el tío Ramiro nos sirvieron enormes vasos de limonada con hielo.
Roque y el tío Ramiro, que ya se conocían, se pusieron a hablar de política. ¿Por
qué a los hombres les gusta tanto hablar de política?
La abuela fue a ayudar a la tía Albita en la cocina mientras mamá ponía las
pijamas a Nena y a José. Tatá, Coqui, el Negro y yo nos fuimos a jugar con
nuestros primos Javier y Lucho. Los “pelicandela” les dice la abuelita cuando los
regaña, porque ambos tienen el pelo rojo y ensortijado.
Cuando Javier era pequeñito, la tía Alba le dejó crecer el cabello hasta los
hombros, le puso un vestido de niña y le llevó a que le sacaran una foto. Javier
se ponía furioso cuando su mamá mostraba la fotografía, y la tía Albita tuvo que