Page 96 - El sol de los venados
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–Tiene mucho carácter –me dijo Ismael cuando se lo comenté.






               –Pero es más que eso, Ismael.






               –¿A qué te refieres, Jana? –me preguntó intrigado.






               –No sé, es como si tuviera una fuerza antigua.





               –No te entiendo.






               –Nunca está cansada y trabaja todo el día. Tiene una voz potente y, cuando se
               pelea con papá o con los vendedores del mercado o con nosotros, es ella la que
               tiene la última palabra. Dice cosas que llegan al alma y conoce los signos de
               todos los días.






               –¿Los signos de todos los días? –me preguntó Ismael un poco burlón.






               –Sí, un día le dijo a Pacheco que los días estaban llenos de signos anunciadores
               de lo que iba a pasar.






               –¿Cómo cuáles, Jana?





               –Las mariposas negras y grandes anuncian la muerte; las pequeñas a rayas
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