Page 100 - El sol de los venados
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Afortunadamente, mamá fue recobrando la salud, y nosotros, la tranquilidad.
               Una tarde, mientras Ismael y yo jugábamos una partida de ajedrez en el portal de
               mi casa, vi a mamá en la ventana contemplando el atardecer rojo, su “sol de los

               venados”, y su cara de felicidad me mostró que estaba completamente curada.





               –Jaque mate, Jana –me dijo Ismael.






               No me importó. El ajedrez no me gustaba en realidad. Era más bonito
               contemplar el incendio del cielo.
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