Page 109 - El disco del tiempo
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cuarenta y cinco sellos en las combinaciones marcadas por Dédalo. El mensaje

               lo había llevado por los laberintos de la tristeza hasta el centro de la
               desesperanza.

               Después había recorrido las espirales restantes para constatar que lo que el

               supremo artífice había vislumbrado se cumplía con puntualidad. Extrañamente,
               la composición de Dédalo tenía algunos puntos de semejanza con el sueño de
               Ariadna. Ambos discos tenían un inefable encanto pues la arcilla había tomado
               el color de la miel, una miel iluminada por dentro, como por un misterioso
               espíritu. Aléktor pensó que podían convertirse en oráculo.


               —El disco de Ariadna anuncia el final del porvenir, pero así son los sueños de
               las mujeres, dueñas de las aguas del origen. Las combinaciones de signos han
               dado origen a un himno que repite una advertencia. Pero una advertencia sin
               destinatario ni futuro. El sueño de una mujer que es una princesa y un alma
               solitaria es necesariamente un sueño de amor… aunque amor asombrado por las
               alas poderosas de la muerte. Por eso comienza con una flor, el jeroglífico de la
               princesa Ariadna y de la ciudad de Knossos, la floreciente y termina en el centro
               de la otra cara del disco, con la copa de la diosa rebasada por Thalassa —se
               decía Aléktor.


               El disco de Dédalo, el que quiere que entregue en custodia a los festios —
               continuó— comienza con la rosa de los misterios del azafrán y, velada, en la
               primera frase muestra la visión prohibida, el espíritu resplandeciente de aquel
               que es muerte y es vida, cuyo nombre no puede pronunciarse más que en las
               sagradas grutas de los ritos, cuando los participantes han bebido el negro vino
               del delirio divino de las terribles copas dobles en forma de senos de mujer… Y
               la advertencia lanzada a los cuatro vientos, de salvar de la destrucción y la
               muerte a los pueblos del mar por los caminos de la tierra… Aléktor se

               estremeció.

               —¿Dónde termina el poema, dónde terminan el sueño y el rito, y empieza la
               realidad? ¿Serán una cosa y la misma? ¿Qué hay en el centro del Disco del

               Tiempo?





               El joven artista depositó el disco de Dédalo en una arquilla. Antes de cerrarla, lo
               contempló y se sintió hechizado por su propia obra.
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