Page 59 - El disco del tiempo
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Después pasó lo de Androgeo.
Androgeo era el hijo favorito de Minos. En él fundaba sus esperanzas del futuro
de la talasocracia. Le halagaba poder ceder su trono a un hijo varón, aunque las
costumbres primitivas de la isla se inclinaban siempre por la reina y sus hijas,
imágenes vivientes de la diosa.
El hermoso Androgeo amaba el ejercicio físico y se coronaba vencedor en todos
los juegos en los que participaba. Si corría, su cuerpo era el viento; si lanzaba el
disco, parecía el mismo Zeus lanzando el relámpago; en la lucha se convertía en
león y no conocía el cansancio. Como participante distinguido en los juegos
Panateneos, Androgeo se coronó vencedor ante la mirada preocupada de Egeo,
el rey de Atenas. Egeo temía a la familia de Minos, pues sabía que era un insecto
en el poderoso puño del hijo de Zeus y Europa. De modo que encomió al
vencedor y mientras lo coronaban, tramó su muerte.
El victorioso Androgeo debía encaminarse a Tebas, para participar en más
competiciones. Egeo envió una embajada conminatoria a los de Megara para que
le tendieran una emboscada en Énoe. La batalla fue sangrienta y el joven hijo de
Minos se defendió con valor. Por fin su alma descendió al Hades, llorando el
cuerpo vigoroso y joven que dejó desgarrado en el bosque de Énoe.
Si el dolor de Minos fue terrible, su ira fue devastadora. Egeo pensó que al matar
al heredero de la talasocracia debilitaría al rey de Knossos. Pero Minos partió al
frente de una poderosa flota que sembró el terror en Atenas, redujo a la ciudad a
la calidad de estado esclavo e impuso cuantiosos tributos. El más penoso era el
envío anual de siete jóvenes y siete doncellas atenienses para ser sacrificados en
los juegos fúnebres que instituiría a perpetuidad para honrar la memoria de
Androgeo, mismos que a la manera cretense incluían la peligrosa tauromaquia.
Cuando Ariadna se sentara en el Trono de los Grifos, y Minos fuera una sombra
al lado de Androgeo, en el lóbrego Hades, la heredera de la talasocracia debía
seguir oprimiendo a Atenas, ese nido de serpientes.