Page 75 - El disco del tiempo
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—Usted primero, amigo Philippe.


               El muchacho se aproximó al objeto. A su alcance estaba un lente de aumento y la
               iluminación que brindaban lámparas especiales era perfecta.


               Ante sus ojos se encontraba el tradicionalmente considerado lado “uno” o “A”
               del Disco de Festos. El sencillo rosetón seguido del rostro tatuado con dos aros,
               figura parecida a las que ostentan algunos relieves egipcios donde se representa,
               con un tatuaje similar, a los llamados “pueblos del mar”, la espiga de trigo en la

               que algunos han querido ver un remo y… Philippe sintió que el corazón le daba
               un vuelco. Un sudor frío lo recorrió y creyó que el aire le faltaba. Respiró o trató
               de respirar profundamente y, levantando la vista para mirar de frente a M.
               Kostas, afirmó:


               —Es una falsificación.

               Creteia, la sacerdotisa del culto de la Diosa Potnia, la que es lunar y es Triple,

               miró fijamente a Ariadna:

               —Nuestros días están contados. Tu padre continuará zahiriendo a la diosa… y a
               Poteidan… Ya no cree en ellos. Desde la muerte de Androgeo pasea ojos vacíos

               por las líneas del ritual, vive para su venganza. ¡Esos perros atenienses, burdos
               comedores de carne cruda, acabarán con nosotros!

               —Si son nuestros cautivos —reflexionó Ariadna— perecen como palomas en los

               juegos fúnebres en honor de mi hermano. Los toros los despedazan como si
               fueran muñecos de paja.


               —Espectáculo que deleita a la gente, porque se establecen de inmediato
               comparaciones: por un lado los torpes atenienses, por el otro, los ágiles
               cretenses, semejantes a los dioses.


               —Es injusto, Creteia, que sin entrenamiento se les obligue a efectuar el salto del
               toro.

               —También fue injusta la manera en que Egeo hizo que muriera tu hermano.


               —¿Y hasta cuándo correrán los días de la venganza? ¿Hasta cuándo Egeo tendrá
               que enviar a la flor de su juventud para que perezca entre las pezuñas de los
               toros cretenses?
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