Page 98 - El disco del tiempo
P. 98
EN la sección noroeste del palacio de Festos, hay una serie de pequeños
compartimentos alineados de oeste a este y separados entre sí por placas de
arcilla. La tarde del 3 de julio de 1908, hurgando en el último de dichos
compartimentos, el arqueólogo italiano Luigi Pernier descubrió el Disco de
Festos, a escasos 50 centímetros por encima del suelo rocoso.
—¿Y? —preguntó Marco.
Nuria siguió leyendo el folleto turístico que había comprado a la entrada de las
ruinas de Festos.
El disco se encontraba colocado de canto, como si hubiera caído ahí procedente
de un alto estante. Por factores ajenos al control de Pernier, la excavación había
sido hecha sin demasiado rigor, por lo que se perdieron los importantes datos que
hubiera arrojado una escena intocada.
—Siempre es lo mismo, rezongó Marco.
Los dos amigos paseaban un poco al azar por los vestigios arqueológicos del que
fuera el floreciente palacio de Festos en la época minoica.
—Siento que estoy en Teotihuacán —bromeó Marco.
—Yo creo que todas las ruinas se parecen —apuntó Nuria— vamos a buscar los
famosos compartimentos alineados oeste–este.
—Sí, busquemos la escena del crimen…
—No hay crimen, Marco, deja de ser infantil. No pareces historiador.
—Es que todavía no lo soy. Además, estoy de vacaciones.
Un muchacho estaba acuclillado en el suelo, en el lugar donde había sido
encontrado el disco. Nuria reconoció al chico francés que el día anterior había
encontrado frente al Disco de Festos expuesto en el Museo de Herakleion y en
voz baja le dijo a Marco:
—¿Ves a ese tipo? Estaba ayer en el museo, frente al disco, en el preciso