Page 78 - La desaparición de la abuela
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Carlos se dejó guiar por los amigos de Rodrigo y, tras media hora de recorrido,
llegaron por fin a Milpa Alta.
Estupefactos, todos se bajaron del auto y pudieron ver claramente la figura que
aparecía intermitentemente en el cielo.
Esteban entendió a las claras de lo que se trataba y gritó emocionado:
—¡Es la camiseta de Rodrigo, papá! Quien sabe cómo le hizo, pero como la
figura no deja pasar la luz, puede proyectar el contorno y dibujarse claramente.
Quién sabe de qué tamaño será el foco para que haya podido conseguirlo, ¡pero
es él...! ¡Estoy seguro!
Mudos de asombro, los Quijano no sabían qué decir. Mariana, más ecuánime,
preguntó a Fermín.
—¿De dónde crees que esté saliendo la proyección?
Fermín no tenía ni la menor idea, pero el Jora sí porque era su territorio.
—Desde una casota que nosotros llamamos el Misterio Blanco. Es un lugar
grande, ¡enormísimo! Todo está rodeado por una barda rete alta y nadie sabe qué
pasa ahí. No hay puertas ni ventanas. Nunca se ve gente. Es un lugar muy raro, y
ahí está desde que yo me acuerdo. En las noches hay mucha luz y, a veces, se
oyen las voces de un coro que canta.
—¡Con mayor razón tenemos que avisar a la policía! -exclamó Maribel más
intrigada que nerviosa.
Fermín y el Jora se alejaron unos pasos para conferenciar sin que la familia los
escuchara, y cuando volvieron, Fermín dijo a Carlos con voz firme:
—Cuando fue a buscarme en la mañana, le dije que éramos un ejército y que
íbamos a encontrar a Rodrigo, ¿se acuerda?
—Me acuerdo —afirmó Carlos, con la convicción de que ese muchacho merecía
toda su admiración y su respeto.
—Pues vamos a demostrárselo. Queremos pedirles que nos dejen hacer las cosas
a nuestra manera y, si en tres horas no hemos encontrado a Rodrigo, entonces