Page 210 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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204                   BATALLA  DE  GAUGAMELA

       hora  de  hacer  ver  al  macedonio  de  lo  que  era  capaz  el  ejército  imperial  de  los
       persas.  En  la  mañana  del  30  se  vió  cómo  en  la  cadena  de  colinas  del  norte  se
       movía  el  ejército  macedonio  y  cómo  avanzaba  en  orden  de  batalla.  Todo  el
       mundo esperaba  que  se lanzase  inmediatamente  al  ataque;  los  pueblos  persas  for­
       máronse  también  en  orden  de  combate  a  lo  largo  y  a  lo  ancho  de  la  extensa
       llanura.
           Pero  no  se  produjo  ningún  ataque;  vióse  cómo  acampaba  el  enemigo;  sólo
       un escuadrón de  caballería,  mezclado  con  algunos  contingentes  de  infantería  lige­
       ra,  bajó  de  las  colinas  a  la  llanura  y,  sin  acercarse  a  la  línea  de  los  persas,  se
       retiró  de  nuevo  al  campamento.  Caía  la  noche;  ¿acaso  maquinaba  el  enemigo
       desencadenar  un  ataque  nocturno?  El  campamento  persa,  carente  de  murallas
       y  trincheras,  no  habría  ofrecido  protección  en  caso  de  asalto;  los  pueblos  persas
       recibieron  órdenes  de  permanecer  toda  la  noche  sobre  las  armas  y  en  orden  de
       batalla,  con  los  caballos  ensillados  junto  a  los  vivaques.  El  propio  Darío  cabalgó
       durante la  noche  a  lo largo  de  las  líneas,  para  animar  a  las  tropas  con  su  rostro
       y  su  saludo.  En  la  extrema  ala  izquierda  aparecían  los  pueblos  de  Bessos,  los
       bactrianos,  los  daos  y  los  sogdianos;  delante  de  ellos  cien  carros  de  guerra  con
       hoces,  y  a  su  izquierda,  destinados  a  cubrir  su  flanco,  mil  jinetes  bactrianos  y
       los escitas masagetas,  hombres y caballos provistos  de  coraza.  A la  derecha  de los
       de Bessos  seguían los arajosios  y los  parapanísados;  en  seguida  venía  una  masa  de
       persas  en  que  se  entremezclaban  la  caballería  y  la  infantería,  y  luego  las  tropas
       de  Susa  y  de  Cadusio,  incorporadas  al  centro  de  las  líneas.  El  centro  se  hallaba
       formado,  en  primer  lugar,  por  los  contingentes  persas  más  nobles,  por  los  lla­
       mados parientes  del  rey y  por la  guardia  real  de los  portadores  de  la  manzana;  a
       ambos  lados,  los  mercenarios  helénicos  que  aún  se  hallaban  al  servicio  del  rey;
       formaban  también  parte  del  centro  los  indios  con  sus  elefantes,  los  llamados
       carios,  descendientes  de  los  deportados  en  otro  tiempo  a  las  satrapías  del  Asia
       alta, y los arqueros mardos; delante de ellos, cincuenta carros  de  guerra  con hoces.
       Para  reforzar  el  centro,  que  tan  pronto  había  sido  roto  por  el  enemigo  en  la
       batalla  del  Pinaro,  habíanse  colocado  detrás  de  él  los  uxios,  los  babilonios,  los
       pueblos  de  las  costas  del  Golfo  Pérsico  y  los  sitacios:  así  reforzado,  con  dos  y
       hasta  con  tres  cinturones  de  tropas,  el  centro  parecía  ser  ahora  lo  bastante  resis­
       tente  para  llevar  al  rey  en  medio.  En  el  ala  izquierda  ocupaban  sus  puestos  al
       lado  de  los  mardios,  que  eran  los  primeros,  los  albanos  y  los  sacasenios;  luego
       venían  Fratafernes  con  sus  partos,  hircanos,  tapurios  y  sacios  y  Atrópates  con
       las  tropas  medas;  tras  ellos,  las  gentes  de  las  dos  Sirias  y  finalmente,  en  la  extre­
       ma  ala  izquierda,  la  caballería  capadocia  y  armenia,  con  cincuenta  carros  de
       guerra  con  hoces  por  delante.
           La  noche  transcurrió  en  calma.  Alejandro,  cuando  hubo  regresado  de  re­
       conocer  el  campo  de  batalla  con  su  escuadrón  de  caballería  macedonia  y  sus
       tropas  de  infantería  ligera,  reunió  a  sus  guerreros  y les  anunció  que  se  proponía
       atacar  al  enemigo  al  día  siguiente.  Díjoles  que  conocía  su  bravura  y  la  de  sus
       tropas,  probada  ya  en  más  de  una  batalla;  que  tal  vez  sería  necesario  más  bien
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