Page 212 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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206 BATALLA DE GAUGAMELA
aquél se abalanzaba contra el flanco, con un cuarto de vuelta se uniría a la línea
en forma de ángulo. Como reserva del ala izquierda, avanzaban la infantería
tracia, una parte de los jinetes aliados al mando de Coirano, la caballería odrisia
al mando de Agatón y, en la extrema izquierda, los jinetes mercenarios, manda
dos por Andrómaco; en el ala derecha, Cleandro con los antiguos mercenarios,
la mitad de los arqueros al mando de Brisón, los agríanos conducidos por Atalo,
Aretes con los sarissóforos y Aristón con la caballería peonía; en el ala derecha
ocupaban su puesto, al mando de Ménidas, los jinetes helénicos últimamente re
clutados, que habrían de demostrar hoy de lo que eran capaces, en uno de los
puntos más peligrosos.
Los ejércitos empezaron a avanzar. Alejandro, con la caballería macedonia
y el ala derecha de sus tropas, enfrentábase al centro del enemigo, a los ele
fantes de los hindúes, al núcleo del ejército persa y a una doble línea de batalla,
rebasado por toda el ala izquierda del ejército de Darío. Hizo que el flanco
derecho de sus tropas avanzase en correcta formación, un destacamento tras
otro, primero la ila de Clito y las tropas ligeras que marchaban a su diestra,
luego la segunda ila, en seguida la tercera, los hipaspistas, etc.; estos movimientos
fueron ejecutados en medio del mayor silencio y con el mayor orden, mientras
el enemigo, embarazado por sus grandes masas, intentaba llevar a cabo, no sin
bastante desconcierto, una contramaniobra de su flanco izquierdo. Su línea se
guía rebasando considerablemente la de los macedonios y los jinetes escitas de
la extrema ala izquierda trotaban ya al ataque contra las tropas ligeras del flanco
de Alejandro, estaban ya muy cerca de ellas. Alejandro, sin dejarse impresionar
por esta maniobra, siguió desarrollando su movimiento de avance sobre la dere
cha; un poco más, y habría logrado rebasar el terreno preparado especialmente
para el empleo de los carros de guerra con hoces. El rey persa había puesto gran
des esperanzas en la acción destructora de estos artefactos, y había apostado aquí
cien de ellos; ordenó a los jinetes escitas y a los mil hombres de la caballería
bactriana que envolvieran el ala enemiga e impidieran con ello que las tropas
de Alejandro prosiguieran su avance. Alejandro ve impasible cómo descarga el
golpe sobre la caballería helénica de Ménidas; estos jinetes son pocos y resultan
arrollados. Los movimientos de la línea principal requieren aquí una resistencia lo
más sólida posible; los jinetes peonios, al mando de Aristón, son enviados en
socorro de la caballería de Ménidas; unos y otros cargan con tal violencia que los
escitas y los mil bactrianos no tienen más remedio que retroceder. Pero ya la
gran masa de los otros jinetes bactrianos rebasa como una tromba el ala de Ale
jandro, las fuerzas que habían sido rechazadas se rehacen y una avalancha de
tropas de a pie y de a caballo se lanza sobre Aristón y Ménidas; el encuentro es
durísimo; los escitas, hombre y caballo revestidos de coraza, arremeten contra
los peonios y los veteranos, derribando a muchos; pero éstos no retroceden, van
resistiendo a la embestida ila tras ila y rechazan, por el momento, el ataque de
un enemigo tan superior en número.