Page 214 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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208                    BATALLA  DE  GAUGAMELA

      que  era  la  de  Crátero,  y la  que  la  seguía  a  su  derecha,  mandada  por  Simias;  éste
      ordenó hacer alto,  en vista de que Crátero y toda el  ala  de Parmenión  se  hallaban
      en grave peligro.  Una  parte  de los  indios  y  de la  caballería  persa  del  centro  ene­
      migo  aprovechó  rápidamente  aquella  brecha  abierta  en  las  filas  macedonias  y,
      sin  que  el  segundo  cordón  de  tropas  le  cerrase  el  paso,  se  lanzó  sobre  el  cam­
      pamento  de  Alejandro;  los  pocos  tracios  que  lo  guardaban,  mal  armados  y  no
      prevenidos  contra  un ataque,  luchaban  para  contener a  duras  penas  a  los  atacan­
      tes  en  las  puertas  del  campamento;  de  pronto  logran  evadirse  los  prisioneros  y
      caen sobre las  espaldas  de los  defensores,  en  pleno  combate;  los  tracios  son  arro­
      llados  y  los  bárbaros,  dando  gritos  de  júbilo,  se  arrojan  sobre  el  campamento,
      dando  rienda  suelta  a  su  sed  de  matanza  y  de  robo.  Tan  pronto  como  los  man­
      dos  de  la  segunda  línea  de  la  izquierda,  Sitalces,  Coirano,  el  odrisio  Agatón  y
      Andrómaco,  Se  percatan  de  lo  que  ocurre,  dan  media  vuelta,  llevan  a  sus  tropas
      con  la  mayor  rapidez  posible  al  campamento,  se  abalanzán  sobre  el  enemigo,
      entregado  ya  al  saqueo,  y  logran  dominarlo  tras  breve  combate;  muchos  bárbaros
      son  abatidos  y  los  demás  se  retiran  en  desorden  y  vuelven  al  campo  de  batalla,
      para estrellarse contra las ilas macedonias.
          Parmenión —al ver que,  al  mismo  tiempo  que  el  enemigo  rompía  sus  líneas,
      los demás contingentes hindúes y persas, entre ellos jinetes partos,  cogían de flanco

      a  la  caballería  tesaliense—■envió  a  Alejandro  un  mensaje  diciéndole  que  se  ha­
      llaba  en  grave  peligro  y  que  si  no  recibía  refuerzos,  todo  se  habría  perdido.
      Dicen  que la  respuesta  del  rey  fué  esta:  Parmenión  está  loco  si  espera  que  nadie
      le ayude en estos momentos;  que se las  arregle como  pueda  y que venza  o  perezca
      con  la  espada  en  la  mano.  Sin  embargo,  Alejandro,  que  había  comenzado  ya  a
      perseguir al  enemigo,  suspende  la  persecución  para  prestar la  ayuda  que  se  le  pe­
      día; corre hacia el ala derecha  de los persas  con todas las  tropas  que  puede  reunir.
      Choca ante todo con los contingentes de persas, hindúes y partos que venían recha­
      zados  del  campamento  y  que  se  concentran  rápidamente  para  recibirle  en  forma­
      ción  cerrada.  Se  empeña  un  combate  de  caballería  de  una  violencia  espantosa  y
      que  permanece  indeciso  por  largo  tiempo;  pelean  hombre  contra  hombre,  los
      persas por su vida; perecen allí como sesenta  “hetairos” y caen gravemente heridos
      otros machos, entre ellos Efestión y Ménidas; por último, los macedonios arrancan
      también la victoria en este sector y los enemigos que logran salvarse y abrirse  paso
      se  dan inmediatamente a la  fuga.
          Antes  de  que  Alejandro,  luchando  de  este  modo,  consiguiese  llegar  hasta  el
      ala  derecha  de  los  persas,  ya  la  caballería  tesaliense,  a  pesar  de  lo  duramente
      acosada  que  se  hallaba  por  Maceo,  había  logrado  reanudar  el  combate  y  recha­
      zar a  las  masas  de jinetes  capadocios,  medos  y  sirios;  cuando  Alejandro  llegó  allí,
      los  tesalienses  estaban  ya  en  la  fase  de  la  persecución  del  enemigo.  En  vista  de
      que ya no tenía  nada  que  hacer  allí,  Alejandro  volvió  atrás  al  galope,  cruzando  el
      campo  de  batalla  en  la  dirección  que  parecía  haber  seguido  el  gran  rey;  lo  persi­
      guió  mientras  fué  de  día.  Mientras  Parmenión  se  apoderaba  del  campamento
      enemigo  en  las  orillas  del  Bumodos,  de  los  elefantes  y  camellos,  de  los  carros  y
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