Page 211 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
P. 211

BATALLA  DE  GAUGAMELA                    205

       frenarla  que  espolearla;  que  recordasen  a  sus  hombres  la  conveniencia  de  acer­
       carse silenciosamente, para lanzar los  gritos  de  combate  con  mayor  furia  al  desen­
       cadenar el  ataque y que  ellos mismos  deberían  poner  especial  cuidado  en  percibir
       rápidamente  sus  señales  y  en  ejecutarlas  sin  demora,  para  que  todos  los  movi­
       mientos  se  efectuásen  con  premura  y  con  toda  precisión;  podían  estar  seguros
       de  que la victoria,  en  aquella  gran batalla,  dependía  del  comportamiento  de  cada
       uno  de  ellos;  ahora  lo  que  se  ventilaba  no  era  ya  la  Siria  ni  el  Egipto,  sino
       todo  el  oriente;  allí  se  decidiría  quién  habría  de  gobernarlo.  Sus  oficiales  le  con­
       testaron  con  vivas  y  exclamaciones  entusiastas;  el  rey  los  despidió  y  ordenó  que
       las  tropas  comiesen  y  se  retirasen  a  descansar.  Alejandro  estaba  en  su  tienda
       acompañado  por  algunos  de  sus  íntimos  cuando,  según  se  cuenta,  entró  en  ella
       Parmenión  a  informar,  no  sin  mostrar  cierta  preocupación,  de  la  multitud  inter­
       minable  de  vivaques  que  se  veían  en  el  campamento  persa  y  del  sordo  rumor
       que  resonaba  a  través  de  la  noche,  como  si  viniese  de  un  mar  humano:  la  su­
       perioridad  de  las  fuerzas  enemigas,  dijo  Parmenión,  era  demasiado  grande  para
       poder  medirse  con ellas  en  pleno  día  y  en  combate  abierto;  él  aconsejaba  que  se
       las  atacase  entonces  mismo,  de  noche,  pues  las  sombras  de  ésta  y  sus  terrores
       se  encargarían  de  aumentar  la  imprevisión  y  el  desconcierto  producido  por  el
       asalto.  Alejandro  contestó,  según  reza  la  tradición,  que  no  era  su  designio  robar
       la victoria, sino  ganarla.  Dícese  que,  poco  después  de  esto,  se  tendió  a  descansar
       y  que  durmió  tranquilamente  el  resto  de  la  noche;  ya  había  amanecido  y  todo
       estaba  preparado  para  ponerse  en  marcha,  sin  que  faltase  más  que  el  rey;  por
       fin,  el viejo  Parmenión,  ya  impaciente,  decidióse  a  entrar  en  su  tienda  y le  llamó
       tres  veces  por  su  nombre,  hasta  que  por  último  Alejandro,  saliendo  de  su  pro­
       fundo  sueño,  se  puso  en  pie  y  se  armó  rápidamente.
           En  la  mañana  del  1?  de  octubre,  el  ejército  macedonio  abandonó  su  cam­
       pamento  en  las  colinas,  quedando  algunas  tropas  de  infantería  tracia  a  cargo
       de  la  impedimenta.  Poco  después,  avanzaba  por  la  llanura  en  orden  de  bata­
       lla.  En el centro de las  seis  taxis  de la  falange,  llevando  a  su  derecha  a  los  hipas-
       pistas y un poco más allá a las  ocho  ilas  de la  caballería  macedonia;  a  la  izquierda
       de  la  falange,  el  regimiento  de  Crátero;  a  continuación,  los  jinetes  de  los  aliados
       helénicos y después la  caballería  tesaliense.  Mandaba  el  ala  izquierda  Parmenión,
       que  formaba  la  punta  del  ala  con  la  ila  de  Farsalia,  la  unidad  más  fuerte  de  la
       caballería tesaliense.  En la  punta  del ala  izquierda,  con la  que  Alejandro  se  pro­
       ponía  atacar,  marchaban  la  ila  real  con  una  parte  de  los  agríanos  y  de  los  ar­
       queros, y Balacro  con los  acontistas.
           Como,  dada  la  inmensa  superioridad  numérica  del  enemigo,  era  inevitable
       que  las  alas  de  éste  envolvieran  a  las  fuerzas  de  Alejandro  y,  sin  embargo,  sólo
       debían restarse al golpe demoledor de la  ofensiva,  que había  de  decidir la  batalla,
       las  fuerzas  estrictamente  necesarias  para  cubrir  la  retaguardia  y  los  flancos  de  la
       línea  atacante,  Alejandro  mandó  formar  detrás  de  las  alas  de  su  línea,  a  dere­
       cha  e  izquierda,  un  segundo  cordón,  el  cual,  si  el  enemigo  amenazaba  a  la  línea
       por  detrás,  daría  media  vuelta  y  formaría  así  un  segundo  frente,  mientras  que  si
   206   207   208   209   210   211   212   213   214   215   216