Page 207 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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MARCHA A TRAVES DE SIRIA 201
hasta entonces la otra margen, lo que hacía que fuese demasiado arriesgado para
un contingente tan reducido como la descubierta macedonia continuar los puen
tes hasta la orilla del otro lado. Al acercarse el grueso del ejército, Maceo se
retiró apresuradamente con sus tropas; demasiado débil para haber mantenido
la posición contra la aplastante superioridad de fuerzas de Alejandro, lo único
que habría podido hacer, sacrificando a su gente, era demorar en algo el avance
del ejército enemigo, lo que para el gran rey, cuyos preparativos estaban ya ter
minados, no habría representado ninguna ventaja considerable.
Alejandro hizo que se terminase inmediatamente la construcción de los dos
puentes, por los que su ejército pasó a la orilla oriental del Eufrates. Aun cuando
sospechaba que el ejército persa se encontraba en la llanura de Babilonia, en la
que se había concentrado, dispuesto a presentar batalla y a defender la capital
del imperio, no podía seguir el camino del Eufrates, que setenta años antes si
guieran los Diez mil en su famosa expedición. Los desiertos por los que corre
este río en aquellos parajes habrían sido doblemente fatigosos en plena canícula,
y el abastecimiento de un ejército tan importante habríale ocasionado las ma
yores dificultades de haber seguido aquel camino. Por eso eligió la gran calzada
septentrional que parte de allí en dirección nordeste y, pasando por Nísibis, cruza
la región montañosa, fría y rica en pastos, a que los macedonios darían más
tarde el nombre de Migdonia, para atravesar el Tigris y bajar luego, por la mar
gen izquierda del río, hasta la llanura de Babilonia.
Un día fueron conducidos ante el rey, prisioneros, algunos jinetes enemi
gos que cabalgaban por aquella región, quienes declararon que Darío había le
vantado ya sus reales de Babilonia y se hallaba apostado con todo su ejército en
la orilla izquierda del Tigris, resuelto a emplear todas sus fuerzas para cerrar a su
adversario el paso del río; los prisioneros informaron también que los efectivos
del ejército persa eran ahora mucho mayores que en Isos y que ellos habían sido
enviados en servicio de exploración, para que el ejército de Darío pudiera enfren
tarse a los macedonios, al otro lado del Tigris, en el momento y el lugar oportunos.
Alejandro no podía exponerse a tener que cruzar un río tan ancho y de tan
rápida corriente como el Tigris bajo los. dardos del enemigo; Darío no podía por
menos de tener en su poder la región de Nínive, donde cruzaba el río la calzada
militar ordinaria; lo más importante, en aquellas condiciones, era colocarse lo
antes posible del mismo lado del río en que se encontraba el enemigo; para ello,
había que procurar a todo trance cruzar el Tigris sin que el enemigo se diese
cuenta. Alejandro varió inmediatamente el plan de marcha y, mientras Darío le
esperaba en la vasta llanura en que se alzaban las ruinas de Nínive, ordenó a sus
tropas avanzar a marchas forzadas en dirección nordeste, hacia Bedsabdé. No
había por allí ni por las inmediaciones ningún enemigo; el ejército empezó a va
dear la corriente, bastante impetuosa, y logró ganar la orilla oriental con gran
esfuerzo, aunque sin ninguna pérdida. Una vez allí, Alejandro concedió un día
de descanso a sus agotadas tropas; acamparon a lo largo de la orilla montañosa
del río.