Page 222 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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216                   EXPEDICION  A  PERSEPOLIS

       sólo  los  primeros  se hallaban -sometidos  al  gran  rey;  los  uxios  montañeses  exigían
       que  la  corte  les  pagase  ricos  tributos  por  utilizar  aquel  paso  que  se  hallaba  en
      sus  manos.  La  misma  cordillera  que  delimita  las  tierras  del  alto  Irán  y  que  baja
      cerca de Nínive hasta las  aguas  del  Tigris,  cierra  en  dirección  sudeste  las  llanuras
      de los  susianos  y  de  los  uxios,  remontándose  poco  a  poco  hasta  alcanzar  la  altu­
      ra  de  las  nieves  perpetuas;  más  hacia  el  sudeste,  donde  en  vez  de  la  llanura  y
      continuándola, en cierto modo, penetra profundamente en la tierra el mar Eritreo,
      el  número  de  montañas  que  van  subiendo  poco  a  poco  desde  el  mar  aumenta
      hasta  alcanzar  el  número  de  ocho  o  nueve  cadenas  montañosas,  sobre  las  que
      descuella,  como a  unas  veinte  millas  de  distancia  del  golfo  pérsico,  como  macizo
      central,  la  cumbre  nevada  del  Koh-i-Dena.  Por  este  laberinto  de  montañas,  de
      ríos serranos,  de pequeños  llanos  y  de  pasos  abiertos  entre  unos  y  otros,  discurría
      el  “camino”  que  llevaban  los  expedicionarios;  después  de  cruzar  los  desfiladeros
      de  los  uxiosr  salía  a  Bahabán,  luego  doblaba  al  sureste  por  la  llanura  de  los
      lastios,  seguía  al  este  para  alcanzar  la  de  Basht  y  se  internaba  en  el  valle  de
       Fahiyán,  circundado  por  poderosas  montañas  que  sólo  dejaban  pasar  los  rayos
       del  sol  por  la  mañana,  condenándolo  el  resto  del  día  a  la  sombra.  Este  valle
       tendido hacia  el  este  muere  en  las  rocas  de  Kala-Safid,  coronadas  por  un  castillo
       que  bloquea  completamente  el  camino.  Tales  son  los  llamados  pasos  persas,  en­
       clavados  entre  Schira y  Persépolis;  quien  desea  evitarlos  toma  desde  Fahiyán  por
       el  sur  y,  por  Kasrán,  “subiendo  y  bajando  malos  caminos  y  senderos”,  llega  a
       Schira.  Pero aquellos  pasos  podían  esquivarse  también  yendo  por  el  norte  y  ata­
       jando  desde  Tab,  como  lo  demuestra  la  expedición  de  Alejandro.  Al  salir  de
       Bahabán  puede  tomarse  un  camino  a  la  izquierda  en  dirección  nordeste,  que
       escala  cerca  de  Ta'ng-i-Tebak  la  montaña  más  baja  y  que  parece  desembocar
       junto  a  Basht  en  el  camino  principal;  y  cerca  de  Fahiyán  aparece  indicada  otra
       vereda  que,  saliendo  en  dirección  norte,  se  interna  en  la  montaña  y  desciende
       más  allá  de  Kala-Sefid  al  pequeño  valle  que  se  abre  detrás  del  castillo.
           Tales  eran  los  caminos  que  Alejandro  debía  seguir  para  llegar  a  Persépolis
       y  Pasargadas;  la  estación  del  año  distaba  mucho  de  ser  favorable;  las  montañas
       debían  de  estar  ya  cubiertas  de  nieve,  la  escasez  de  poblados  y  la  necesidad  de
       pasar las frías noches vivaqueando harían todavía más difícil  una  expedición  como
       aquélla,  ya  de  suyo  penosa;  a  esto  se  añadía  el  que  había  razones  muy  fundadas
       para  esperar  que  se  encontraría  resistencia  por  parte  de  los  uxios  y  más  aún  por
       parte de Ariobarzanes, parapetado con fuerzas  importantes  en los pasos  superiores.
       Pero Alejandro trasladábase a Persia a toda prisa y desafiando todas  aquellas  pena­
       lidades  y  aquellos  peligros,  no  sólo  para  apoderarse  del  país,  de  los  tesoros  de
       Persépolis y de Pasargadas y del camino hacia el interior del  Irán,  sino  también,  y
       muy principalmente,  para no dar tiempo a  que  el rey  de los  persas  pudiera  reunir
       gran número  de tropas y presentarse  en  aquellas  tierras  desde la  Medía,  dispuesto
       a defender la  cuna de la  monarquía persa y la  dorada  puerta  de  los  Aqueménidas
       detrás  de los  difíciles  desfiladeros  de  aquella  región.
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