Page 252 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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248 PERSECUCION DE BESSOS
los pasos medas para el Tigris, cerca de Ecbatana, la columna móvil que domi
naba la línea del Eufrates asegurábanle, aunque separado por una doble cadena
de montañas de las tierras bajas de Siria, la comunicación con las provincias occi
dentales de su imperio, y esta seguridad permitíale convertir aquella gran fron
tera de países y de pueblos que eran las montañas de Hircania en punto de partida
para nuevas empresas.
PERSECU CIÓ N DE BESSOS
Después de conceder algún descanso a su ejército, de haber organizado fies
tas y torneos a la usanza helénica y de haber sacrificado a los dioses, partió de la
residencia de los sátrapas hircanos. Tenía junto a él, por el momento, unos 20,000
hombres de infantería y 3,000 de caballería, a saber: los hipaspistas, cuyo acredi
tado estratega Nicanor, hijo de Parmenión, habría de morir poco después, pre
maturamente, víctima de una enfermedad; la mayor parte de los falangitas
y, finalmente, toda la caballería macedonia al mando de Filotas, cuyo padre,
Parmenión, había quedado al frente del puesto más importante en Ecbatana. En
cuanto a tropas ligeras, Alejandro tenía ahora en su ejército a los arqueros y a
los agríanos. Sobre la marcha habrían de irse incorporando poco a poco a él los
demás cuerpos, sobre todo los 6,000 falangitas que Clito trasladaría de Ecbatana
a la Partía y las tropas ligeras y los jinetes que se habían quedado con Parmenión
y que éste se encargaría de desplazar hasta la Hircania.
^Sabemos a ciencia cierta que el propósito de Alejandro era marchar hacia
Bactra, capital de la gran satrapía bactriana. Sabía que Bessos se había retirado
con los Suyos hacia aquellas tierras y que allí habían sido convocados todos los
que aún se obstinaban en mantener la causa de la antigua Persia, para enfrentarse
al conquistador macedonio cuando éste se atreviese a cruzar en aquella dirección
las fronteras de Hircania. Alejandro tenía razones para esperar que, marchando
rápidamente, encontraría y aplastaría en las márgenes del Oxos la última fuerza
militar un poco importante con que aún había que contar, antes de que tuvieran
tiempo de unírsele los refuerzos procedentes de la Ariana. Y aunque, por el mo
mento, su marcha hubiera de dejar a la derecha aquellas satrapías arianas, era
de esperar que también ellas se le someterían antes de descargar el golpe sobre los
asesinos del rey.
Siguió el gran camino que, desde Hircania, pasa por la vertiente septentrio
nal de la montaña y que, atravesando las tierras de la Partía y la Aria próximas al
desierto del Turán, conduce hacia la Bactriana. Después de cruzar la frontera
de la Aria salió a su encuentro en Susia, primera ciudad de esta provincia, el
sátrapa del país, Satibárzanes, para someter a él su persona y su país y comuni
carle, al mismo tiempo, importantes noticias sobre el paradero de Bessos. Ale
jandro dejó a Satibárzanes en posesión de su satrapía; Anaxipo, oficial de los
hetairas, con 60 acontistas de a caballo, fué designado para quedarse vigilando
militarmente la plaza y recibir a las columnas que fueran llegando, disposiciones
de las que se infiere que Alejandro, bajo la forma cortés de una alta autoridad que