Page 253 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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SUBLEVACION  EN  ARIA                    249

      significaba  muy  poco,  quería,  por  el  momento,  tener  inactivo  a  aquel  poderoso
      sátrapa en el flanco de sus operaciones, para poder continuar con mayor seguridad
      la  rápida  marcha  emprendida.  Pues,  para  aquel  entonces,  según  le  había  infor­
      mado  Satibárzanes  y  corroboraron  algunos  de  los  persas  que  llegaron  a  Susia
      procedentes  de Bactra,  ya  Bessos  ceñía  la  tiara  y  había  adoptado  el  título  de  rey
      del  Asia  y  el  nombre  real  de  Artajerjes,  había  congregado  en  torno  suyo  a  gran
      número  de  persas  fugitivos  y  a  muchos  bactrianos  y  esperaba  que  los  territorios
      escitas  cercanos  le  enviasen  ejércitos  auxiliares.
          Alejandro iba  avanzando,  pues,  por el  camino  hacia  Bactra;  ya  se  habían  in­
      corporado  al  ejército  expedicionario  la  caballería  aliada  que  Filipo  había  condu­
      cido  hasta  allí  desde  Ecbatana,  los  jinetes  mercenarios  y  los  tesalienses  reengan­
       chados  en  el  ejército  macedonio.  El  rey  podía  esperar  fundadamente  que,  con
      aquellos  refuerzos  y  con  la  rapidez  de  movimientos  característica  en  él,  lograría
       derrotar en poco tiempo al  usurpador.


                               SUBLEVACIÓN  EN   ARIA
           Estaba  en  plena  marcha  cuando  recibió  noticias  altamente  inquietantes  de
       Aria:  Satibárzanes,  traicioneramente,  había  atacado  al  puesto  macedonio  de  vigi­
       lancia  y,  después  de  dar  muerte  a  todos  sus  componentes  y  a  su  jefe  Anaxipo,
       había  llamado  al  pueblo  de  su  satrapía  a  las  armas;  decíase  que  Artacoana,  resi­
       dencia  de la  satrapía,  era  el  punto  de  concentración  de  los  sublevados  y  que,  tan
       pronto como Alejandro cruzase la  frontera  de Aria  hacia  la  Drangiana,  el  sátrapa
       felón  se  uniría  allí  con  Bessos  y  atacaría  a  los  macedonios  dondequiera  que  los
       encontrase,  después  de  fundir  sus  fuerzas  con  las  del  nuevo  rey  Artajerjes.  A
       Alejandro  no  podía  ocultársele  que  aquel  movimiento  insurreccional  en  el  flanco
       de su ruta  representaba  un  peligro  muy serio;  desde Aria  podían  cortar  completa­
       mente sus  comunicaciones  y prestar  una  ayuda  muy  eficaz  al  usurpador.  Y  había
       que tener en cuenta que el sátrapa de las dos provincias limítrofes  con Aria, Dran­
       giana y Arajosia,  era  Barsaentes,  uno  de  los  regicidas;  podía  darse  por  descartado
       que  se  uniría  a  fe  sublevación.  En  aquellas  condiciones  habría  sido  una  locura
       proseguir  la  expedición  hacia  Bactra;  aun  a  riesgo  de  dejar  al  usurpador  ganar
       tiempo  para  ulteriores  preparativos,  no  tenía  más  remedio  que  reparar  rápida  y
       resueltamente  el  error  táctico  cometido  al  confiar  todo  el  flanco  de  sus  operacio­
       nes  a  un  aliado  muy  sospechoso,  sometiendo  todo  el  territorio  del  flanco  antes
       de  seguir  adelante.  Así,  pues,  relegó  a  segundo  plano,  por  el  momento,  la  perse­
       cución  de  Bessos  y  la  ocupación  de  la  Bactriana,  para  asegurarse  la  posesión
       plena  de  Aria y  de  los  demás  territorios  arianos  y  poder  reanudar  desde  allí,  con
       redoblada  seguridad,  las  operaciones  interrumpidas  contra  el  usurpador.
           Alejandro partió sin pérdida de momento  contra el  sátrapa  sublevado, llevan­
       do  consigo  a  dos  falanges,  los  arqueros  y  los  agríanos,  la  caballería  macedonia  y
       los  acontistas  de  a  caballo,  mientras  el  resto  del  ejército,  al  mando  de  Crátero,
       acampaba  en  el  sitio  en  que  se  encontraba  a  la sazón.  Después  de  dos  fatigosísi­
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