Page 264 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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260 CONSPIRACION CONTRA ALEJANDRO
de todos de retornar a su patria. Interviene luego, en tono de mayor violencia
aún, el estratega Coino, cufiado de Filotas; ya tiene en sus manos la piedra con
que se dispone a emitir el fallo, con arreglo a la costumbre macedónica; pero el
rey le retiene, diciéndole que antes debe dejarse a Filotas que se defienda de la
acusación; y Alejandro se retira de la asamblea, para no embarazar con su presen
cia la libertad de defensa del acusado. Filotas niega toda veracidad a las acusa
ciones; invoca los leales servicios prestados al rey por él, por su padre y por su
hermano; confiesa que silenció la denuncia de Cebalino, pero explica que lo hizo
para no pasar por un admonitor inútil y molesto como lo había sido su padre
en Tarso, cuando previno a Alejandro contra el brebaje del médico acarniano; lo
que ocurre, añadió, era que el déspota sentíase siempre atenazado por el odio y
el miedo, y eso y no otra cosa era lo que todos deploraban. Los macedonios,
presa de gran indignación, declaran a Filotas y a los demás acusados convictos del
delito de alta traición y los condenan a morir. El rey suspende el juicio hasta
el día siguiente.
A Falta todavía la confesión de Filotas, que aclarará al mismo tiempo la cul
pabilidad de su padre y de los demás encartados en la conspiración. El rey con
voca a un consejo de guerra secreto; la mayoría de los reunidos votan por que la
pena de muerte se ejecute sin más demora; Efestión, Crátero, Coino, aconsejan
que, antes de ejecutar al reo, se le arranque la confesión, y este parecer obtiene
la mayoría de votos; los tres estrategas mencionados reciben órdenes de estar pre
sentes cuando se dé tormento al acusado. Bajo el martirio, Filotas confiesa que él
y su padre llegaron a hablar de dar muerte a Alejandro, pero que no se atrevie
ron a ejecutar este propósito mientras vivía Darío, pues no se habrían beneficiado
ellos mismos, sino los persas, con el hecho de que él, Filotas, se hubiese apresurado
a ejecutar aquella decisión antes de que su padre hubiera sido arrancado al plan
común por la muerte, a la que se acercaba ya su larga vida, y que esta conspira
ción de ahora había sido tramada por él sin conocimiento de su padre. A la
mañana siguiente, el rey se presenta ante la asamblea del ejército con esta confe
sión del reo; Filotas es llevado ante el ejército en armas y muere atravesado por
las lanzas de los macedonios.
Las mejores fuentes, inspiradas en Arriano, Tolomeo y Aristóbulo, corro-
boran que, ya estando en el Egipto, se habían denunciado al rey los planes de
alta traición de Filotas y que aquél se había resistido a creerlos, cegado por la
amistad que le unía a la persona denunciada y la alta estima que sentía por su
padre, Parmenión. Tolomeo confirma que el propio rey pronunció el discurso
de acusación ante el ejército reunido, que Filotas hizo su defensa y que el hecho
delictivo que se le imputaba era el de haber silenciado la denuncia llegada a sus
oídos- No hace referencia al tormento.
También Parmenión fué declarado culpable y condenado a muerte. Consi
deróse necesario ejecutar el fallo a la mayor brevedad, teniendo en cuenta que se
hallaba al frente de una parte considerable del ejército y que el gran prestigio
de que gozaba entre la tropa y los tesoros confiados a su custodia, cuyo valor