Page 261 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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DESCONTENTO EN EL EJERCITO 257
brío del hiparca, a quien, por lo demás, tenía en gran estima y consideraba como
a hombre celoso, valiente e incansable en el servicio; le dolía mucho más que un
hombre tan leal y de tan recio corazón como Crátero, a quien estimaba más que
a nadie, no estuviese siempre de acuerdo con lo que sucedía y que hasta Clito,
que tenía a su mando la agema de la caballería, fuese distanciándose más y más
de él. Iba marcándose entre los generales macedonios, cada vez más claramente,
una división que, aunque por el momento no tuviese consecuencias graves, agria
ba los espíritus y provocaba a veces, en los mismos consejos de guerra, explosiones
muy desagradables de irritación; los más violentos querían ver la guerra termi
nada, el ejército licenciado y el botín repartido; y en las propias filas del ejército,
tal vez sin que deje de andar en ello su mano, comenzaba a cobrar Cuerpo, cada
vez más amenazadoramente, el deseo de volver a la patria.
Así iba creciendo el descontento, que ya el rey no podía dominar con mer
cedes, con indulgencia y con confianza. Las cosas no podían ni debían seguir
mucho tiempo así; la disciplina del ejército y el deber de obediencia y acatamien
to de sus oficiales eran condiciones primordiales, no sólo para el triunfo de las
empresas militares presentes y futuras, sino también para la conservación de lo ya
conseguido y para la seguridad del ejército mismo, y aunque Alejandro no podía
desear sorprender a hombres como Crátero, Clito, Filotas y Parmenión ni a
ninguno de los hetairos embarcados en una aventura criminal, si debía de apete
cer, aunque sólo fuese por- dar un escarmiento y disipar de una vez aquel estado
inseguro de espíritu reinante en el ejército, que se produjera una crisis en que se
le ofreciera la coyuntura que enfrentara abiertamente con él a la facción y le per
mitiera aplastarla.
Alejandro pasó el otoño del 330 descansando con su ejército en la capital
del país con los drangianos. Crátero con sus tropas había venido a reunirse con
el grueso de las fuerzas desde el camino de Bactra; hallábanse también en el
campamento del rey: Coino, Pérdicas y Amintas con sus falanges, la caballería
macedonia de Filotas y los hipaspistas; el jefe de éstos, Nicanor, hermano de Fi
lotas, había muerto hacía poco y su muerte había sido una pérdida dolorosa
para Alejandro, quien mandó a su hermano hacerle unas solemnes exequias. Su
padre, Parmenión, habíase quedado con la mayoría de las otras tropas en la lejana
Media, con la misión de guardar los caminos que conducían a la patria y los
ricos tesoros del imperio persa; tenía el mandato de incorporarse al gran ejército
a la primavera siguiente: “En esto, fué denunciada a Alejandro la traición de
Filotas”, dice Arriano y pasa a relatar sumariamente cómo procedió contra ella
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el rej. Más detallado, aunque no sabemos si conforme a la verdad, es el relato
*3Tla fuente en que se inspiran Diodoro, Curcio y Plutarco. La narración es, en
sus rasgos esenciales, la siguiente: «,
Entre los descontentos que rodeaban al rey encontrábase un tal Dimnos de
Calestra, en la Macedonia. Este confió a Nicómaco, con quien sostenía relaciones
sexuales, que había sido herido en su honor por el rey y que estaba dispuesto a
vengar la ofensa recibida; que había personajes de alta alcurnia de acuerdo con