Page 260 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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256 DESCONTENTO EN EL EJERCITO
protestas de éste, se en tregab an d e llen o a la sensualidad y al d esen fren o de la
vid a asiática sin m ás fin a lid ad q u e la de h alagar sus sen tid os exacerb ad o s, Veían
con m alos ojos q u e el rey se vistiera a la usanza d e lo s m o n arcas m ed os y se
rod eara del b rillo d e la corte persa, en q u e los m illon es de asiático s lo reco n o cían
y lo ad o rab an com o a su rey. De este m o d o , m u ch os d e los p rín cip es m aced on io s
fu ero n co n virtién d o se en asiático s en el p eo r sen tid o de la palaB ra y la p ro clivid ad
asiática al desp otism o , a la in triga y a la d isip ació n h erm an áb ase en ellos a un
exceso verd ad eram en te m aced ó n ico d e vio len cia y de in fa tu ac ió n , q u e en la lu ch a,
afan o sa com o se h allab a to d avía de glo ria, era cap az d e h acer d e ellos h o m b res
valien tes y dispu estos a las m ás gran d es o sad ías, j
DESCONTENTO EN E L E JE R C IT O . CONSPIRACIÓN CONTRA LA VIDA DE ALEJAN D RO
Tan pronto como Alejandro empezó a incorporar a su corte elementos de
vida oriental y a reunir en torno suyo a los grandes de la monarquía persa, atra
yéndoselos con las mismas pruebas de devoción y la misma liberalidad con que
colmaba a los macedonios, distinguiéndolos con la misma confianza y honrándo
los con las mismas misiones importantes, confiriéndoles satrapías y otros altos
puestos, los grandes macedonios, como era natural, sintiéronse traicionados y
humillados y empezaron a mostrar su repugnancia hacia aquellos elementos asiá
ticos a quienes el rey favorecía y a considerarse, frente a ellos, como los represen
tantes del antiguo y auténtico carácter macedónico. Muchos, principalmente los
generales más viejos, procedentes de la época de Filipo, no se recataban para
manifestar su antipatía contra los persas y su desconfianza con respecto a Alejan
dro; y se respaldaban y estimulaban los unos a los otros ante el miedo de verse
postergados y tratados con ingratitud por quien se lo debía todo; habían tenido
que luchar —así pensaban ellos— largos y duros años para ver ahora cómo los
frutos de su victoria pasaban a manos de los vencidos; pronto el rey, que ahora
se atrevía ya a elevar a los grandes persas al mismo rango que a ellos, trataría a
los macedonios como a los antiguos esclavos del reino persa; Alejandro olvidaba
a los macedonios y era necesario ponerse en guardia ante lo que pudiera ocurrir.
Alejandro no ignoraba aquellas corrientes de descontento; cuéntase que su
madre le había precavido repetidas veces y exhortado a mostrarse cauteloso con
respecto a sus grandes y reprochándole su exceso de confianza y de mercedes
para con aquella antigua nobleza macedonia, la excesiva liberalidad con que
convertía a los súbditos en reyes y les permitía rodearse de amigos y seguidores,
a costa de arrebatarle los suyos propios. Alejandro no podía desconocer que, in
cluso entre los que estaban más cerca de él, había muchos que seguían sus pasos
con recelo y reprobación; por lo que a Parmenión se refiere, estaba acostumbrado
a ver constantemente en él un censor y crítico de sus actos; y en cuanto a Filotas,
hijo de Parmenión, sabía sobradamente que no se recataba para censurar sus
medidas de gobierno y que hasta se permitía manifestarse en términos bastante
despectivos con respecto a su persona; pero lo atribuía al carácter hosco y som