Page 310 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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306                LUCHAS  DEL  LADO  ACA  DEL  INDO

         a  lo  largo  de  las  potentes  rocas  del  Khond  y  que  cierra  por  el  otro  lado  la  no
         menos  fuerte  cadena  montañosa  que  separa  este  valle  del  del  Gureo;  un  terreno
         extraordinariamente  difícil  para  operaciones  militares.  En  estas  tierras  agrestes
         tenía  su  asiento,  sus  fortalezas  roqueras  y  sus  numerosos  rebaños  el  belicoso
         pueblo de los aspasios;  a unos  cuantos días  de marcha hacia  el  norte,  Joaspes  arri­
         ba,  estaba  enclavada la  ciudad  en  que  residía  el príncipe,  importante,  entre  otras
         cosas, por el camino  de montaña  que pasaba  por allí  (por  el  valle  de  Tchitral)  y
         atravesaba  luego  la  alta  montaña,  hacia  las  tierras  en  que  nace  el  Oxos.  Tan
         pronto  como  Alejandro  hubo  cruzado  aquel  río  y  llegó,  siguiendo  el  valle,  que
         va haciéndose  cada vez más angosto,  al límite  meridional  del  país  de los  aspasios,
         una  parte  de  los  habitantes  huyó  a  las  montañas  y  otra  parte  corrió  a  refugiarse
         en las  plazas  fuertes,  para  ofrecer  resistencia  a  los  macedonios.  En  vista  de  ello,
         Alejandro  redobló  su  marcha;  acompañado  de  toda  la  caballería  y  de  800  hipas-
         pistas  a  quienes  se  proveyó  también  de  caballo,  no  tardó  en  llegar  a  la  primera
          ciudad de los aspasios,  provista  de  una  doble muralla y  defendida  por  un  número
          considerable  de  fuerzas,  situadas  bajo  los  muros.  Sin  esperar  a  descansar  de  la
          marcha, Alejandro atacó  a la  ciudad;  tras  un enconado combate,  en  que  el propio
          rey fué herido en  un hombro,  resultando también heridos,  entre los  más  cercanos
          a él, los oficiales de la guardia Tolomeo y Leonato, los bárbaros hubieron de reple­
          garse  detrás  de  las  murallas  de  la  ciudad.  La  caída  de  la  noche,  el  agotamiento
          de  las  tropas  y la  herida  sufrida  por  el  rey  no  permitían  continuar  la  lucha;  los
          macedonios,  en vista  de ello,  acamparon pegados  a  los  muros  de  la  ciudad  ataca­
          da.  A la  mañana  siguiente bien  temprano  comenzó  el  asalto;  la  muralla  exterior
          fué  escalada  y  ocupada;  sólo  entonces  se  dieron  cuenta  los  asaltantes  de  que
          había  una  segunda  muralla,  más  fuerte  que  la  primera  y  cuidadosamente  defen­
          dida  también.  Pero  entre  tanto  había  ido  llegando  el  grueso  del  ejército  de  Ale­
          jandro y  se  tomaron  inmediatamente  las  medidas  para  el  nuevo  ataque;  mientras
         los  arqueros  disparaban  por  todas  partes  contra  las  tropas  apostadas  en  la  mura­
         lla,  se  tendieron las  escalas  de  asalto  y  pronto  lograron  escalarse,  aquí  y  allá,  las
          almenas  de  los  muros;  el  enemigo  no  intentó  seguir  resistiendo  y  probó  a  huir
         hacia  las  montañas  por  las  puertas  de  la  ciudad;  muchos  fueron  degollados;  los
         macedonios,  enfurecidos  por  la  herida  del  rey,  no  dieron  cuartel;  la  ciudad  fué
         reducida  a  cenizas.
             Este primer éxito,  conseguido con  tal  rapidez,  no  dejó  de  producir la  impre­
         sión  apetecida.  La  segunda  ciudad,  Andaca,  rindióse  inmediatamente.  Crátero
         se quedó en ella con la infantería pesada,  con el encargo de someter por la  fuerza,
         si  era  necesario,  a  las  demás  ciudades  de  los  contornos  y  marchar  luego  por  la
         montaña hacia Arigeón, en el valle del Gureos  (Pandjkora).  Por su  parte,  Alejan­
         dro se dirigió con el resto de las tropas por el nordeste, hacia el Euspla,  con objeto
         de llegar  cuanto  antes  a la  ciudad  en la  que  esperaba  apoderarse  del  príncipe  de
         aquel  país.  Llegó  a  la  ciudad  al  segundo  día  de  marcha,  pero  la  noticia  de  su
         avance había  llegado  antes  que  el;  encontró  a  la  ciudad  en  llamas  y  los  caminos
         de  las  montañas  llenos  de  fugitivos;  comenzó  una  matanza  espantosa,  pero  el
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