Page 40 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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30               FILIPO  DE  MACEDONIA  Y  SU  POLITICA

       de  asaltar y destruir las  plazas  de  los  macedonios  en  la  Propóntide:  todo  lo  cual
       condujo  al  desencadenamiento  de  una  nueva  guerra.
           Filipo  había  concertado  alianzas  con  Bizancio,  Perintos  y  otras  ciudades
       que  en  la  guerra  de  los  confederados  se  habían  desentendido  de  Atenas  y,  fun­
       dándose  en  ellas,  exigió  que  le  apoyasen  en  su  lucha  contra  los  tracios;  no  le
       prestaron  la  ayuda  solicitada,  pues  temían  su  creciente  poder;  en  vista  de  ello,
       Atenas  les  brindó  su  alianza  y  su  apoyo  guerrero.  Los  atenienses  habían  logrado
       ya  apartar  de  Filipo  a la  mayoría  de  las  ciudades  de  Eubea  y  concertar  alianzas
       con Corinto, Acarnania, Megara, Acaya y Corcira,  estableciendo nuevos lazos  con
       Rodas  y  Cos;  hizo  ver  a  la  corte  de  Susa  los  peligros  que  el  creciente  poder  de
       Filipo  representaba  para  el  reino  persa  y  el  estratega  ático  del  Quersoneso  ob­
       tuvo subsidios de los  persas;  y el entusiasmo  del  demos  ateniense por la  salvación
       de  las  libertades  helénicas  crecía  de  día  en  día.
           Después  de  su  victoria  sobre  los  tracios,  Filipo  se  volvió  contra  Perintos
       y  contra  Bizancio,  clave  del  Ponto;  si  estas  dos  ciudades  caían  en  su  poder,  el
       poder  de  Atenas  sufriría  un  rudo  golpe  en  sus  mismas  raíces.  Los  atenienses
       contestaron  al  ultimátum  del  macedonio  declarando  que  Filipo  había  violado  la
       paz  jurada  y  enviaron  a  los  bizantinos  la  flota  prometida;  llegaron  asimismo  so­
       corros  de  Rodas,  Cos  y  Quíos,  aliadas  de  Bizancio;  los  sátrapas  más  próximos
       acudieron  también  en  ayuda  de  Perintos  y  enviaron  tropas  a  la  Tracia:  Filipo
       no  tuvo  más  remedio  que  batirse  en  retirada.
           En vista  de  ello,  se lanzó  contra los  escitas.  El  rey  escita  Ateas,  establecido
       del lado  de  acá  de  las  bocas  del  Danubio,  era  un  vecino  peligroso  para  sus  nue­
       vos  dominios  de la  cuenca  del  Hebro;  le  dió  la  batalla  y lo  derrotó.  Conseguido
       esto,  se  dirigió  a  Macedonia,  cruzando  por  las  tierras  de  los  tribalos;  era  nece­
       sario  hacer  sentir  también  el  peso  de  su  poder  a  estas  inquietas  tribus,  que  ha­
       bían  asaltado  no  pocas  veces  las  fronteras  de  Macedonia.  Filipo  quería  tener
       la  espalda  bien  guardada,  para  poder  lanzar  su  golpe  decisivo  contra  los  ate­
       nienses.
           Atenas  hacía  todo lo  posible  por  ayudarle  en  sus  planes.  Los  atenienses  ha­
       bían renovado  en  el  templo  de  Delfos  sus  antiguas  ofrendas  en  acción  de  gracias
       por la  batalla  de  Platea,  con  esta  inscripción:  “Del  botín  cogido  a  los  persas  y
       tebanos,  unidos  en  lucha  común  contra  los  helenos”.  En  la  asamblea  de  los
       anfictiones,  los  locrenses  de  Anfisia,  a  instancia  de  Tebas,  formularon  su  protes­
       ta  contra  aquella  inscripción  y  reclamaron  una  fuerte  multa  en  dinero;  el  em­
       bajador  ático  Esquines  replicó  echándoles  en  cara  que  habían  labrado  tierras
       pertenecientes  al  templo  délfico;  logró  apasionar  de  tal  modo  a  los  reunidos,
       que la  asamblea  acordó  castigar  inmediatamente  a  los  autores  de  aquel  robo  sa­
       crilego;  pero  los  labradores  de  Anfisia  rechazaron  a  los  anfictiones  y  a  las  gentes
       de  Delfos  que  se  presentaron  en  su  compañía.  En  vista  de  esta  afrenta,  se  deci­
       dió  convocar  una  reunión  extraordinaria  de  los  anfictiones,  que acordaría  lo  que
       fuese  procedente  para  castigar  a  los  culpables.  A  esta  reunión  no  acudieron  los
       representantes  de Atenas  ni  de  Tebas;  Esparta  había  sido  eliminada  de  la  anfic-
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