Page 42 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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32               FILIPO  DE  MACEDONIA  Y  SU  POLITICA

      afortunados  vinieron  a  robustecer  su  fe  en  la  victoria;  enviaron  tropas  auxiliares
      para  reforzar  sus  efectivos  Corinto,  Megara  y  otras  ciudades  aliadas  de  Atenas.
          Pero  Filipo  no  se  movió  de  su  sitio.  Hizo  venir  refuerzos  de  Macedonia,
      que,  unidos a  las tropas  encabezadas  por  su  hijo Alejandro,  formaban  un  ejército
      de  30,000  hombres.  Probablemente  fué  por  aquellos  días  cuando  el  rey  envió
      emisarios  a  Tebas  para  abrir  negociaciones,  pero  la  enérgica  oposición  de  De­
      móstenes  contrarrestó  los  deseos  de  paz  del  beotarca.  Sin  embargo,  el  ejército
      de  los  aliados  —que  superaba  en  número  al  de  los  macedonios  y  ocupaba  posi­
      ciones  muy  firmes  en  la  entrada .de  la  Fócida,  junto  al  Cefiso,  no  supo  tomar  a
      tiempo  la  iniciativa  para  la  batalla—.  Un  movimiento  de  las  tropas  de  Filipo
      hacia  la  izquierda  lo  obligó  a  retroceder  hasta  los  llanos  de  Beocia.  Filipo  tomó
      contacto  con  él  y  lo  obligó  a  combatir  cerca  de  Queronea  (agosto  de  338).  El
      ataque  de  la  caballería,  mandada  por  Alejandro,  decidió  la  suerte  del  combate,
      que  había  permanecido  indecisa  por  largo  tiempo.  La  victoria  de  los  macedonios
      no pudo ser  más  completa;  el  ejército  de  los  aliados  quedó  deshecho  y  destruido.
      La  suerte  de  Grecia  estaba  ahora  en  manos  de  Filipo.
          El vencedor  no quiso explotar su victoria  humillando  al  enemigo,  ni  su  polí­
      tica  consistía  tampoco  en  convertir  a  Grecia  en  una  provincia  de  Macedonia.
      Los  únicos  que  hubieron  de  pagar  cara  su  deserción  fueron  los  tebanos.  Se  les
      obligó  a llamar  de  nuevo  al  país  a  los  desterrados  y  a  formar  con  ellos  un  nuevo
      consejo,  el  cual  se  encargó  de  enviar  a  la  muerte  o  a  la  deportación  a  los  hom­
      bres  que  venían  rigiendo  los  destinos  de  la  ciudad  y  la  habían  llevado  al  desas­
      tre.  La  liga  beocia  fué  suprimida  y  restauradas  las  comunidades  de  Platea,  Orcó­
      menes y Tespias;  la  ciudad  de  Oropos,  que  Tebas  arrebatara  al  Atica  veinte  años
      antes,  volvió  a  poder  de  Atenas;  finalmente,  se  destacó  una  guarnición  macedo-
      nia  en  la  Cadmea,  posición  desde  la  que  podía  mantenerse  la  paz  y  el  orden
      no  sólo  sobre  Tebas,  sino  también  sobre  el  Atica  y  sobre  toda  la  Grecia  central.
          Todo  lo  que  fué  rigor  contra  Tebas  se  tornó  en  indulgencia  con  respecto
      a Atenas.  En los primeros momentos de  excitación que  siguieron a la  derrota, los
      atenienses  tomaron  la  decisión  de  seguir  luchando  a  vida  o  muerte;  pusieron  a
      Caridemo  al  frente  del  ejército  y  se  disponían  a  armar  a  los  esclavos,  pero  la
      suerte  sufrida  por  Tebas  y  las  benignas  proposiciones  del  rey  macedonio  enfria­
      ron  el  entusiasmo  combativo.  Aceptaron  la  paz  que  el  rey  les  ofreció  por  medio
      de  un  prisionero,  el  orador  Demades:  los  atenienses  recibían  todos  sus  prisio­
      neros  sin  pagar  rescate,  retenían  en  su  poder,las  islas  de  Délos,  Samos,  Imbros,
      Lemnos  y  Sciros  y  volvían  a  entrar  en  posesión  de  la  ciudad  de  Oropos,  y  se
      dejaba  a  su  arbitrio —tal  vez  sólo  desde  un  punto  de  vista  formal—  el  adherir­
      se  o  no  a  la  paz  conjunta  que  el  rey  se  proponía  concertar  con  los  helenos  y
      con  el  consejo  confederal.  El  demos  ateniense  votó  toda  clase  de  honores  para
      el  rey  Filipo,  les  concedió  el  derecho  de  ciudadanía  a  él,  a  su  hijo  Alejandro
      y a  sus  generales Antipatros  y  Parmenión,  erigió  en  el  ágora  una  estatua  de  Fili­
      po  “como benefactor  de  la  ciudad”  y  le  honró  de  otros  diversos  modos.
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