Page 88 - Droysen, Johann Gustav - Alejandro Magno
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so                      CAMPAÑA  DE  TRACIA



         LAS  CAMPAÑAS  DE  TRACIA,  EN   TIERRAS  D EL  DANUBIO  Y  CONTRA  LOS  ILIRIO S
          Ya  los peligros por la  parte  de  Grecia  habían  sido  conjurad os  y  la  primavera
      estaba  tan  avanzada  que  podía  confiarse  en  cruzar  las  montañas  sin  grandes
      obstáculos.  Como  aquellos  pueblos  que,  entre  los  que  hemos  enumerado,  perte­
      necían  a  Macedonia  no  habían  dado  aún  señales  manifiestas  de  rebeldía  o,  por
      lo  menos  desde el  retorno  de  Alejandro  a  su  reino,  no  parecían  pensar  en  nuevas
      aventuras  y  como,  por  otra  parte,  era  conveniente  que  se  convenciesen  sus  pro­
      pios  ojos,  por  decirlo  así,  de  la  superioridad  de  las  armas  macedónicas  y  de
      la  decisión  de  hacerla  valer,  sí  necesario  fuera,  ya  que  ello  los  disuadiría  de  todo
      deseo  de  rebelarse  contra  el  orden  de  cosas  establecido,  Alejandro  decidió  em­
      prender  una  expedición  contra  los  tribalos,  en  vista  de  que  aún  no  habían  sido
      castigados por la agresión y el despojo de que hicieran objeto a  Filipo a  su  retorno
      de las  operaciones  contra los  escitas.
          Alejandro  podía  elegir  entre  dos  caminos  para  irrumpir  por  la  montaña  en
      las  tierras  de los  tribalos:  bordear el  curso  del  Oxos,  río  arriba,  bajando  hasta  los
      llanos  ocupados  por  ellos  a  través  de  los  desfiladeros  septentrionales  y  cruzando
      por  la  comarca  de  los  agríanos,  que  habían  permanecido  siempre  leales,  o  diri­
      girse  hacia  el  valle  del  Hebro  en  dirección  este  a  través  de  las  tierras  de  los
      tracios libres,  escalando  luego  el  Haimos  para  caer  sobre  los  tribalos  por  su  fron­
      tera  oriental;  de  los  dos  caminos,  el  más  aconsejable  era  el  segundo,  puesto  que
      pasaba  por los  territorios  de  tribus  inseguras,  sobre  todo  el  de  los  tracios  odrisios.
      Al  mismo  tiempo,  se  pidió  a  Bizancio  que  enviase  un  cierto  número  de  buques
      de  guerra  a  las  bocas  del  Danubio  para  facilitar  a  las  tropas  el  paso  de  este  río.
      Antipatros  quedó  en  Pella encargado  de  los  asuntos  del  gobierno.
          Desde  Anfípolis,  Alejandro  salió  al  frente  de  sus  tropas  encaminándose  pri­
      mero  hacia  el  este,  a  través  de  la  zona  de  los  tracios  libres,  por  Filipoi;  luego,
      dejando  a  la  izquierda  el  Orbelos,  subió  por  el  valle  del  Nesos  y  cruzó  este  río.
      En  seguida  remontó  la  cordillera  de  Rodope  para  entrar  en  los  desfiladeros  del
      Haimos  por la  comarca  de  los  odrisios.  Según  se  dice,  Alejandro  llegó  al  pie  de
      los  Balcanes al  cabo  de  diez  días  de  marcha.  El  camino,  que  aquí  serpentea  por
      entre  las  montañas,  estrecho  y  escarpado,  se  hallaba  en  poder  de  enemigos,
      contingentes  de  montañeses  naturales  de  la  región  y  de  tracios  libres,  dispuestos
      al  parecer a  disputar el  terreno  a los  expedicionarios  con  todas  sus  fuerzas.  Aque­
      llas  gentes,  armadas  solamente  con  puñales  y  jabalinas  de  caza  y  cubiertos  con
      monteras de piel de zorro en  vez de casco,  frente a  los  macedonios armados  hasta
      los  dientes,  pretendían  deshacer  la  línea  de  combate  del  enemigo,  cuando  éste
      se  hallaba  ya  cerca  de  las  cumbres,  echando  a  rodar  muchos  carros  con  que
      tenían  ocupadas  las  alturas,  para  destrozar  a  las  tropas  que  avanzaban,  sembrar
      el  desconcierto  entre  ellas  y  abalanzarse  luego  sobre  sus  filas  en  dispersión.
      Alejandro,  que se  dió cuenta  del  peligro y  que había  podido  convencerse,  además,
      de  que  no había  más  paso  que  aquél,  dió  instrucciones  a  su  infantería  para  que,
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