Page 167 - Guerra civil
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GUERRA  CIVIL  I


          procediendo conforme a su albedrío y todos marchando sin
          recelo,  habituados al  desembarazo  de las jornadas  y  cami­
          nos  recientes.4          3  Venían  con  ellos,  además,  muchos
          jóvenes  distinguidos,  hijos  de  senadores  y  de  la  clase
          ecuestre;  6  había  embajadores  de  comunidades,6  había
           legados  de  César. 7  A  todos  ellos  los  tenía  detenidos  el
           río.     4  Y, a efecto  de  atacarlos,  Afranio,  aún de madru­
           gada, 8  con  toda  su  caballería  y  tres  legiones,  sale  a  su
           encuentro  y, enviando  a  la vanguardia a  sus  jinetes,  asalta
           a  aquéllos  desprevenidos.  No  obstante,  los  jinetes  galos
           se agrupan rápidamente y entablan combate.                     5  Los  ga­
           los, mientras pudieron  afrontar  el  percance en combate  de
           igual  índole arrostraron,  aunque pocos,  al  gran número del
           enemigó; 9  pero  cuando  los  estandartes  de  las  legiones
           comenzaron  a  acercarse,  se  retiran  a  los montes,  con unas
           cuantas  bajas.        6  La  duración  de  este  encuentro  dio  a
           los  nuestros una gran oportunidad de  salvarse,  pues  apro­
           vechando  la  coyuntura  se  refugiaron  en  terrenos  inacce­
           sibles.  Se  echaron de menos  aquel  día  cerca de  doscientos
           sagitarios,  algunos  jinetes,  y no gran número de  sirvientes
           y de bagajes.


              LII.      1  Por  todas  estas  circunstancias  creció  la  ca­
           restía, 1  la  cual  suele agravarse  casi  siempre  no  sólo  por
           la  indigencia  del  momento  sino  también  por  el  pánico  al
           futuro.       2  Ya había  llegado a  cincuenta denarios 2  cada
           modio8  de  trigo,  y  la  escasez  del  mismo  había  dismi­
           nuido  la  fortaleza  de  los  soldados,  y  las  dificultades  au­
           mentaban  día  con  día;            3  y  en  unos  cuantos  días  se
           había operado tal  cambio  en  las  cosas  y se  había  inclinado
           la  Fortuna4,  de  tal  modo que los  nuestros  tenían  que  en­
           frentarse  a  una  gran  carencia  de  los  satisfactores  más
           indispensables,  mientras  el  enemigo  abundaba  en  ellos  y
           era,  por esto,  considerado dominante.               4  César, en  vista
           de que resultaban cada vez menores las existencias de trigo,
           exigía  ganado a aquellas comunidades que se habían  incor­

           porado  a  su causa;  enviaba  lacayos8  a  las  ciudades  más


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