Page 45 - Guerra civil
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INTRODUCCIÓN
aleccionando a sus miembros desde la tribuna, ideológica
mente; organizándolos en partido poderoso; encabezán
dolos en proezas heroicas y campos de batalla; llevándolos
hasta el triunfo de su justa causa; y, con todo ello, gran
jeándose el fanático respaldo y el ciego amor de las turbu
lentas muchedumbres urbanas a su conjuro agitadas; dilec
ción esta última que hasta sus enemigos ideológicos no
tuvieron más remedio —en vista de su pública evidencia—
que aceptar por cierta; como ocurre, por ejemplo, cuando
el propio Cicerón hecho cónsul se ve obligado a reconocer
sin ambages y explícitamente que no puede menos que
reconocer en César al líder “amado y adorado del pueblo” '
—populo carum atque jucundum—, según frase que, al pie
de la letra, conserva en su texto intacto la cuarta Catili
naria.
Deplorablemente —y tal vez por cálculo—, César no
dejó en un tratado sistemático los pormenores de su pro
grama; pero de cada uno de sus actos, de cada una de sus
leyes, de cada una de sus obras, y aun del manejo de las
fuentes que le son adversas, puede deducirse su propósito
fecundo. Cada cual con el suyo propio," lo esperaban en
Roma Pompeyo y Craso, los tres enemigos, con aquél, de
la tiranía oligárquica, para estrechar vínculos contra el
bloqueo y la hostilidad del senado, que no estaba dispuesto
a perder su preminencia.
César llega a Roma en julio del año 60. Extramuros,
espera que el senado apruebe su triunfo, para entrar en la
urbe y presentarse candidato al consulado por cuenta de
los tres adversarios de la curia: Craso, que cuenta con el
dinero; Pompeyo, a quien prestigian sus conquistas y apo
yan sus veteranos; y él mismo, César, con su gloria, su
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