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I ll  GUERRA  CIVIL


            a  causa  del  tesoro  de  su  templo,  que  Escipión  y  Tito  Ampio  qui­
             sieron  saquear.
               5     Para  tomarlos  como  testigos  oficiales  de  su  latrocinio  y  así
            dar  a  éste  visos  de  legalidad.
                e La  primera  vez  lo  protegió  de  Escipión.
                7 Ciudad  de  la  Élide,  al  norte  del  Peloponeso.
                8 Minerva:  versión  romana  de  la  Athenea  griega;  la  diosa  de
            la  inteligencia  y  la  cultura.
                9 Pérgamo:  ya  hemos  hablado  de  esta  ciudad,  capital  del  reino
             de  Misia,  fastuosa y  rica,  con  una  nutridísima  biblioteca,  y  poseía
            literatos  y  artistas  de  todo  género.  Su  último  rey,  Atalo  III,  la
            había  dejado  en  herencia  al  pueblo  romano.
               10 Tamborcillos  de  madera,  con  una  piel  adherida  en  la  parte
            superior,  que  se  usaban  en  ceremonias  mistéricas y  orgiásticas.
                11Trales:  ciudad  del  Asia  Menor,  al  norte  de  la  Caria.
               12  César  cultiva  en  este  capítulo,  a  su  favor,  la  superstición
            antigua,  lo  cual  discrepa  de  sus  hábitos  de  escritor y  de  personaje
            notable  y  culto;  pero,  sin  duda,  lo hace  para fomentar  la  adhesión
            popular  a  su  persona.

                                                CVI


               1 Chipre:  gran  isla  del  Mediterráneo  oriental,  frente  a  las  cos­
            tas  de  Cilicia.
               2 Después  de  la  batalla  de  Farsalia.
               8    Ya se  ha  aclarado  que  A cay a  era  el  nombre  dado,  a  veces,  a
            toda  la  Grecia,  y  a  veces  a  la  región  norte  del  Peloponeso,  como
            en  este  caso.
               4 De  sobra  nos  es  conocido  ya  este  personaje:  cf.  Guerra  Civil,
            lib.  tere.,  vil,  2;  χιν,  1  y  2,  etcétera.
               5    Número  muy  reducido,  si  se  tiene  en  cuenta  que  cada  legión
            constaba  normalmente  de  6 000  hombres;  a  continuación  el  autor
            da  razón  de  esta  mengua.
               e Sobre  todo  de  su  última  victoria  en  Farsalia.
               7    Las  insignias  del  poder,  que  los  lictores  llevaban  delante  de
            los  magistrados.


                                               CVII

               1    Cneo  Domicio  Calvino,  después  de  la  batalla  de  Farsalia,
            había  reunido en  el  Asia  Menor,  por orden de  César,  a los elemen­
            tos del vencido ejército pompeyano,  reagrupándolos en tres  legiones.


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