Page 82 - Guerra civil
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INTRODUCCIÓN


            nación  que  ahora  César,  con  sus  tesoros,  podía  hacer:
            organizar,  rehabilitándola,  la  asistencia  pública  a los  indi­

            gentes,  y  procurar  tierras  y  trabajo  a  todos  los  prole­
            tarios.  En  cuanto  a  la  asistencia  pública,  trató  de  que  la

            ayuda  a  los  indigentes  válidos  no  fuese  tal  que  los  preci­
            pitase  en  la  ociosidad:  garantizó  el  funcionamiento  de las
            instituciones  de  asistencia,  pero  reprimiendo  abusos,  defi­
            niendo, ante todo,  las  condiciones en  que  la donación  gra­

            tuita de víveres sería  acordada, borrando de la lista corres­
            pondiente  a  quienes  no  carecían  absolutamente  de  medios
            de  existencia:  así,  su  número  bajó  de  320 000  a  150 000,

           cifra  esta  última  que  César  prohibió  aumentar.  Y  es  que
            César tomaba  a  pecho,  no  sólo  el  bienestar,  sino  también
           la  dignidad  de  la  plebe,  y,  más  que  rebajarla  por  limos­
            nas,  prefería  ennoblecerla  por  el  trabajo.

              A  esto  tendieron  las  asignaciones  agrarias  en  la  Cam­
           pania  y  en  otros  lugares.  En  cuanto  al  ager  campanus,

           en  vez  de  atribuir  por  sorteo  sus  parcelas,  las  otorgó  a
            padres que  tuvieran  por  lo  menos  tres hijos,  y  sobre esta
           tierra,  excepcionalmente  fértil,  domicilió  a  20 000 familias,

           a  tiempo  que  expulsaba  a  la  oligarquía  de  la  occupatio
           de dicho territorio y rendía justicia al  honor de los hogares
           fecundos  y  guarnecía  a  las  tierras  concedidas  con  los
           brazos  necesarios  a  su  fructificación.  Del  mismo  modo

            sucedió  en  otros  lugares  de  Italia,  en  que  fueron  confis­
           cadas  tierras  para  su  reparto,  e  inclusive,  se  fundaron
            colonias agrícolas  en  los distintos  puntos del  imperio  y  en

            ultramar,  donde  fueron  establecidos  80 000  proletarios.
               También  quiso  que  los  indigentes  proletarios  que  no

            habían  sido  beneficiados  con  los  repartos  fueran  capaces
            de  ganarse  su  pan  sin  dejar  la  península,  y  que  encon­



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